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El Tiempo, los años, nosotros

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¡A fin de año, todos filósofos! sobre todo si nuestras percepciones sensoriales se embotan y nuestras intuiciones ontológicas se agudizan tras varias copas de champagne.

En vísperas de ese momento matemático, fruto de una concepción empírica del tiempo como sucesión de tramos del calendario, no estaría de más evocar a Henri Bergson y a sus ideas sobre el Tiempo como conciencia de la duración (así que hay tantos tiempos como conciencias), lo que sin embargo no cierra la discusión de una de las más socorridas cuestiones de la historia de la filosofía.

Este modesto bloguero tiende a pensar que el Tiempo, ese ente de razón, es sobre todo un ente de imaginación, algo así como una forma que hemos creado para canalizar nuestras sensaciones.

El Tiempo es los cambios que nos poseen, nos rodean y nos llevan, que nos atraviesan, sea que vengan de muy lejos o que irrumpan en este mismo instante desde nuestras propias células, desde la tierra sobre la que caminamos o desde el motor del autobús que nos lleva traqueteando sobre los adoquines de la ciudad.

¿Me explico? Seguramente no.

Así que no me queda más remedio que recurrir a la poesía y a las imágenes…

Seguiremos confundidos, seguiremos perdidos en el Tiempo, pero a lo largo del sueño de Ariadna nos mecerá la voz del verso y la hipnosis del espejo…

¿Son el poema y la imagen los mejores hilos para caminar por el laberinto del Tiempo?

Para mí, junto con la música (y es algo que de forma más brillante ya demostró Marcel Proust), forman la verdadera Santísima Trinidad, un poderoso trío a la hora de recuperar todo lo que la implacable “olvidadiza memoria” (la que Jules Supervielle cantó de forma inolvidable) se empeña en sustraernos.

Algún guasón me dirá que quien sacó a Ariadna de su sueño fue el dios Baco

… ¡qué le vamos a hacer! ¡algunos sólo ven la dicha dentro de una botella!

Por el momento, con sumo respeto, dejemos a Bergson y a Proust en la estantería y sigamos la senda de las diez estrofas del poema “Los años” de Homero Aridjis (nacido en México en 1940)

Los años

I

En nuestras manos no están los años

los años están en sí mismos

más allá de nosotros.

En nuestras manos está el aire.

II

Los años están en su lugar, en apariencia,

porque fijándonos bien

no hay un lugar

donde estén los años.

III

Uno nunca se fija dónde pone los años,

o dónde cree ponerlos;

los días se quedan en nosotros

y no miran el lugar donde se han ido.

IV

Un año no nos lleva a otro,

se lleva a sí mismo;

o nos deja en nosotros,

mirándonos entre año y año.

V

Los años son como las cosas,

no nos sienten cuando los tocamos,

cuando mucho nos tocan

sin sentirnos.

VI

Al año próximo nunca llegamos,

nos quedamos en el año presente,

en nosotros,

de donde nunca salimos.

VII

Estábamos afuera de nosotros

cuando miramos pasar el año,

y nunca supimos que mirábamos

pasar nuestra ausencia.

VIII

Quizás en otro mundo

aquello que miramos un momento

no fue un momento,

fue un tiempo más largo que nuestra propia vida.

IX

Aprendemos a hablar cada día el mundo,

y creemos saber por completo

el  lenguaje del año,

cuando ya nos deja.

X

El año es quizás el juego serio

de la vida en la tierra,

de lo que se da sin darse

y de lo presente ausente.

( Homero Aridjis, “ Nueva expulsión del paraíso” (1990), en Ojos de otro mirar, New Directions books, Nueva York 2002, incluye traducción al inglés de Betty Ferber. Edición de Betty Ferber y George McWhirter)

Desde Gotemburgo

¡¡¡FELICES AÑOS NUEVOS!!! 



Sentimientos y latitudes

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El pasado sábado fue uno de esos días radiantes del invierno de Gotemburgo, donde la sensibilidad del carpe diem, “aprovecha el día”, se concreta en el carpe solem, “aprovecha el sol”.

Pero también: aprovecha el aire fresco y diáfano de un sábado glorioso, junto a la ría, en las calles, a lo largo de los canales, en las cafeterías de ambos lados del puerto, en las veredas por donde corretean los practicantes del jogging.

Las gaviotas también se lo toman con calma

El momento es favorable a los músicos callejeros, en este caso un coro familiar de sufridos migrantes eslovacos, que cantan bien entonados y al que los viandantes merecidamente dan su contribución.

Más hacia el sur…

Pero ayer domingo leo una de esas columnas desacertadas, que, entre tantas otras afortunadas, se le escapan de vez en cuando a Manuel Vicent. En este caso, para exaltar los gozos del vivir a orillas del Mediterráneo, uno de sus temas favoritos, se le ocurre compararlos con la oscura vida de los países del norte, proclamando que hay “una división más profunda que atañe a la actitud moral con que los habitantes del norte y del sur se enfrentan a la vida” (“Dilema”, El País, 15 de enero).Dicho sea de paso, los abogados de Francisco CampsJaume Matas e Iñaki Urdangarín deberían inspirarse en el artículo para buscar algunos factores eximentes que expliquen la conducta de sus defendidos.

Así que para ilustrar las ideas de ese artículo no me queda más remedio que poner una foto menos radiante…

¿Qué tal con unos tétricos pájaros del norte brumoso? A Hitchcock le hubiese gustado…

El apremio por escribir demasiadas columnas obliga a algunos escritores a inspirarse en lo que otros han publicado en días anteriores, por ejemplo la discusión sobre las tesis de Max Weber sobre catolicismo, protestantismo y capitalismo que apareció hace poco, también en El País. Quizás se explique así que a veces, como una especie de broma, hilvanen su texto, como ayer Manuel Vicent, con tópicos manidos:

Esta moral filosófica del sur ante la vida, el hecho de que aquí la razón exija ir en busca del placer a como dé lugar, no es compatible con la idea de que a este mundo se ha venido a trabajar y a ser responsable

¡Los jóvenes españoles que se están marchando a Alemania le darán las gracias sin duda por esta consoladora “filosofía” mediterránea! Precisamente, cuando están reventando no pocas pústulas en la gestión de la cosa pública en la Comunidad Valenciana, donde, parafraseando a Vicent, sus dirigentes han elegido la bolsa y la buena vida, dejando a los valencianos el consuelo de tomarse unas cañas en el bar “ante una ración de gambas bajo la dulzura de un sol de 25 grados” (lo de las gambas será por los que aún tienen un empleo). Ya se sabe que a los del sur nadie nos gana a vivir trampeando…

La cultura católica de los flagelantes, el dolor de contrición, la imaginería truculenta y los confesionarios, si nos atenemos a lo que escribe Manuel Vicent, nunca han logrado eclipsar la alegría del buen vivir mediterráneo, puesto que

recibida la absolución el pecador puede irse al bar a tomar un par de cañas como si no hubiera pasado nada…

Mientras que…

…el protestante boreal se adentra cada noche en la oscuridad con la culpa pegada a la nuca como una niebla por no haber sido recto y eficiente del todo durante el día

¡Pobrecitos nórdicos, doblegados bajo el fardo de su culpa! ¡Menos mal que ya tienen algunos bares de tapas en sus lúgubres ciudades y pueden comprar naranjas de Valencia y fresones de Almería en los supermercados!

Sesudas las tesis de nuestro columnista castellonense:

La moral calvinista es una forma muy dura de salvación frente a la laxitud con que en el confesonario católico se perdonan todos los pecados, incluso los más execrables.

Mi coetáneo no parece acordarse de cómo nos hacían recitar el “Yo pecador” (“¡por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”), nos culpabilizaban desde la más tierna infancia y nos contaban historias terribles sobre niños muertos en pecado mortal.

En esas mismas clases de religión se nos enseñaba que Lutero fue un vicioso comilón, borracho y fornicador, mientras la raza hispana destacaba por sus sobrios ascetas y místicos, así como por sus nobles guerreros y su pueblo sufrido y trabajador.

Sin llegar a los extremos del garrote vil de hace unas décadas, digamos que para “culpas pegadas a la nuca” las que proclama el catecismo oficial católico en su epígrafe 402:

Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. San Pablo lo afirma: “Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores” (Rm 5,19): “Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…” (Rm 5,12)

Acabar con las caricaturas

Basta en realidad vivir una temporada por esos mundos “boreales”, para que esa rancia división demuestre su irrelevancia. En todas partes hay gente que sabe vivir y trabajar y otros que se aprovechan del trabajo ajeno; en todas partes hay gente que se mueve por sentido de responsabilidad y por una conciencia ética (nada que ver con esa “culpa pegada a la nuca”) y otros que no tienen escrúpulos de ninguna clase.

Por desgracia esos tópicos se siguen publicando y firmando, sospecho que sin que la mayoría de los que se remiten a Max Weber lo hayan leído. Creo más bien que, en una época de tanta amargura para millones de españoles, no tiene sentido jugar con falsas razones “psico-geográficas” de latitud y religión, según nos haya tocado nacer más al sur o más al norte.

La situación de muchas buenas gentes golpeadas por la crisis más bien conduce no a pensar como en el texto de Manuel Vicent, sino a parafrasear con cierta libertad el Cantar del Mio Cid:

‘¡qué buenos ciudadanos, si eligiésemos mejor a nuestros dirigentes!’

¡que la luz del norte, del sur, del este o del oeste, con el sol saliendo por Antequera o por Ifach o por donde le dé la gana, ilumine tiempos mejores, donde las religiones no se usen como pretexto y las especulaciones y prejuicios “psico-geográficos” no condicionen nuestra forma de ver a los demás!


De las innumerables aperturas de toda obra de arte. En los cincuenta años de la OPERA APERTA de Umberto Eco

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Cincuenta años de “Obra abierta” de Umberto Eco

Los que en aquellos años sesenta (¡del siglo pasado!) éramos ilusos jóvenes filosofantes, poetas secretos y artistas incomprendidos (¡no podía ser de otro modo, pues nadie sabía de nosotros!) y soñábamos con ser los intelectuales del futuro, tuvimos una especie de revelación con la lectura laboriosa de “Opera aperta” de Umberto Eco.

Cuando aquel libro estaba a punto de salir de las prensas, el que suscribe dejaba el colegio, yo y mis compañeros de la sección B del curso preuniversitario posábamos así de encorbatados para la foto de la promoción del 62.

Pues bien, la primera edición la publicó la editorial Bompiani en 1962. Yo la leí en la segunda de 1967, en mis tiempos de estudiante en Italia, cuando ya había suscitado un enorme debate. Dicha reedición apareció con una segunda introducción del autor y notables modificaciones y añadidos. Hay que decir que una constante en los ensayos de Umberto Eco es examinar las críticas que se le hacen, ponerse al día con su propia autocrítica y reeditarlos. Creo que es un magnífico ejemplo de juventud de espíritu.

No ha sido Umberto Eco el único de los escritores, poetas, músicos, ensayistas y, en general, intelectuales italianos, que tenían entre diez y quince años cuando acabo la guerra en 1945 y que en los años 60 iniciaron una corriente provocadora, que no tiene que ver con las vanguardias de la primera mitad del siglo. Ellos privilegiaban la obra y no se perdían en manifiestos revolucionarios. Privilegiaban la experimentación sobre la declamación y preferían a Marcel Proust, James Joyce o T.S. Eliot en vez de  André Breton, Filippo Marinetti o Tristan Tzara

Dirigieron sus miradas más allá de las fronteras de Italia e iniciaron la superación del ensimismamiento de los seguidores de la estética de Benedetto Croce, o el encastillamiento de los intelectuales que habían militado en la Resistencia o en su adversaria la República de Salò.

Los jóvenes experimentalistas jubilaron el realismo socialista, no sin vivas reacciones de aquellos autores y creadores consagrados (con excepciones destacadas como la de Ítalo Calvino) y de los intelectuales del comunismo italiano (con la excepción de Mario Spinella, director de “Rinascita”), quienes no consiguieron abrirse a la comprensión de las corrientes que soplaban fuera de Italia.

Ese era el contexto al inicio de los años 60 en Italia como lo ha descrito el mismo Umberto Eco en su ensayo “Il Gruppo 63, quarant’anni dopo”, una conferencia del año 2003 publicada el año pasado en el libro “Costruire il nemico e altri scritti occasionali” (Milano, Bompiani 2011).

Eran inquietos y provocadores y recíprocamente muy críticos con sus propias obras, aunque la discrepancia creativa no quebraba la amistad y la empatía intelectual que les unió (en esto se distinguieron también del espíritu de querella interna y narcisismo de las vanguardias históricas). Como dijo Eco en la primera reunión del “Grupo 63” en Palermo, la “Generación de Neptuno” se alzaba frente a la “Generación de Vulcano”.

En contraste con las poéticas de los manifiestos sin casi obra de las vanguardias radicales, se situaba la poética de la obra. Frente a la revolución y los asaltos románticos a los “palacios de invierno” literarios, se propugnaba la lenta experimentación y el saber filológico. Fue una “neo-vanguardia” que dejó claro que “la eversión política no podría ya asimilar la eversión artística”. Fueron cinco años de intensa experimentación de un grupo que se disolvería en 1968.

Opera aperta

Umberto Eco ha tenido siempre una endiablada capacidad para explicarnos intuiciones simples de forma prolija, con todas sus ramificaciones y epigénesis. Cuando escribe ensayos no sólo despliega su razonamiento como un árbol de numerosas y frondosas ramas, sino que pone al descubierto las raíces en las que se funda, con abundantes glosas y guiños a la obra de otros pensadores, literatos e historiadores.

La lengua italiana es, a mi modo de ver, la mejor equipada entre las lenguas románicas para la retórica (sólo superada por el latín) y Eco la usa de modo magistral, aunque por aquella época, todo hay que decirlo, a menudo se demoraba brillantemente en el fárrago. A menudo había que volver una y otra vez sobre sus párrafos para saber si habíamos entendido lo que quería decir.

Pero, con el paso de los años, sus propuestas pioneras son ya adquisiciones de nuestra cultura y moneda corriente, sus ensayos han cambiado de tema y son muestras de una argumentación cristalina.

Creo que el resumen mejor de “Opera Aperta” es su prólogo a la reedición del 1967. Umberto Eco muestra con el análisis de numerosos ejemplos de las varias ramas del quehacer artístico que en toda obra de arte la ambigüedad es inherente a la “forma”, incluso cuando la técnica y la finalidad del artista parezcan evidentes.

La tesis de esta obra, escrita cuando Umberto Eco tenía entre 28 y 30 años, sigue válida, por más que lo que dice sea ya patrimonio común entre críticos de arte y estudiosos de la cultura y la creación artística. Supongo que si el autor la escribiese ahora, su estilo sería mucho menos enrevesado y mucho más directo. Pero en aquella época muchos ensayistas de éxito escribían así en Italia y en Francia. Y, para no ser menos, si releo lo que yo escribía por entonces, los jóvenes aspirantes a escritores los remedábamos a conciencia.

Un fecundo itinerario

Umberto Eco siguió publicando ensayos, como “Apocalípticos e integrados”, “La estructura ausente”, “La definición del arte”, etc., y, como culminación de este proceso, el “Tratado de Semiótica General” en 1975; siempre reeditándolos, escuchando a sus críticos y respondiendo a los cambios de nuestra época. Es un magnífico ejemplo de cómo ponerse en cuestión.

Sus escritos morales y políticos son otra faceta en la que, en contraste con su estilo en los ensayos antes mencionados, Umberto Eco es claro, diáfano e incisivo. Por no hablar de sus artículos en los periódicos, donde opera como un cirujano sobre el cuerpo de la contemporaneidad, sobre todo sobre la que afecta a Italia, donde su voz se destaca por su clarividencia política y moral. Se podría decir que cuando era un joven ensayista experimental sabía escribir cosas simples de forma complicada pero hermosa y con la edad, la belleza de su lenguaje se mantiene, pero Umberto Eco ha llegado a tener una facilidad envidiable para escribir o hablar sobre complejas cuestiones filosóficas y éticas de forma clara y meridiana, sin ambigüedad.

En los años 80 vinieron las novelas de Umberto Eco y muchos nos volvimos adictos a esas tramas fastuosas y a la riqueza de su lenguaje, a su forma de reflejar lo enrevesadas que pueden ser las cosas y llegar a los desenlaces inesperados del combate entre las pasiones y la ambición ilusa de los seres humanos. Las peripecias de sus novelas se sitúan con preferencia en tiempos idos, sobre los que su escritura se explaya en alas de la erudición: “Il nome della rosa”, “Il pendolo de Foucault “, “Baudolino”, “L’isola del giorno prima”, etc., y recientemente “Il cimitero di Praga”.

La recepción de Obra abierta

Pero volvamos al aniversario de “Opera Aperta”. Decíamos que las tesis de Umberto Eco son hoy moneda corriente en el campo de la Estética y la Crítica de Arte y casi nadie se acuerda ya de la polvareda que levantó en los años sesenta, cuando lo que propugnaba no era evidente. Digamos de paso que este libro nació de sus primeras reflexiones sobre la música experimental que, por entonces, suscitaba reacciones iracundas y cosechaba pateos en un lugar tan respetable como la Scala de Milán.

Puede que no haya muchos que se interesen hoy por los hallazgos de aquel libro que se ha integrado en nuestra forma de mirar las obras de arte, pero, para consuelo mío, recientemente descubrí que en la Facultad de Bellas Artes de Altea, a la que debo tres años académicos de formación artística muy divertidos y fecundos, se sigue leyendo la “Obra abierta” de Umberto Eco.

Para demostrarlo os presento una síntesis de la misma, escrita en el contexto de un trabajo académico por Eva Martí, que se ha leído la obra de cabo a rabo. Me ha dado permiso para publicarlo aquí y no tengo nada que añadir:

“La gran variedad de estudios e indagaciones realizadas en el libro “Obra abierta”, se pueden resumir en que en toda obra de arte hay una ambigüedad de la forma, por mucho que la técnica y el propósito del autor sean diáfanos. Hay multitud de significados contenidos en una forma.

En la obra de arte podríamos hablar de unos supuestos históricos que preceden a la obra, un argumento, un modo de hacer (una forma) y unas relaciones con fenómenos culturales en la misma obra, todo esto entrando en contacto con la experiencia del espectador/consumidor, coge vida y tiene unas repercusiones psicológicas. Así, esa forma inicial se convierte en una obra abierta. Son las obras, como cita el libro, una invitación a la libertad por la multitud de respuestas y soluciones que ofrece la obra. Tienen un valor añadido a la mera contemplación estética.

La ambigüedad de significados se encuentra en todas las obras a lo largo de la historia y es a partir del Barroco cuando se hace más patente. Aunque es en las poéticas contemporáneas, a partir de los años 60, cuando se busca y se pretende que esta ambigüedad sea parte de la obra. Como obra nos referimos tanto a la poesía como la música contemporánea, la pintura informal o la escultura.

La ambigüedad de la que hablamos, puede conseguirse de muchas formas aunque tal vez la que más se utilice sea la conseguida rompiendo el orden establecido y por tanto esperado, de la forma de hacerlas. El orden muchas veces lleva a la alienación y rompiendo este orden encontramos mensajes ambiguos y por tanto abiertos. Aquí la ambigüedad adquiere un valor positivo, tiene una justificación. Y es el artista con su forma de hacer quién ofrece una forma para dar un sentido, o un orden, a la ambigüedad que emerge.

Eva Martí Domingo

Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández, Altea

Enero 2012

Donde se confirma lo dicho con algunos ejemplos o de cómo las obras de los grandes artistas son siempre “obras abiertas”

 Como no quiero aburrir más al sufrido lector y lo mío es la pintura, me permito hacerme eco gráfico de cómo Francis Bacon (1909-1992) ‘inspira’ la obra abierta de Rembrandt  (1606-1669) y Velázquez (1559-1660). Mejor dicho, de cómo la observación de los cuadros de Bacon, nos inspira a nosotros para descubrir  en los cuadros de Rembrandt y Velázquez innumerables aperturas y sentidos posibles. Las obsesiones del pintor irlandés, que murió precisamente en Madrid hace veinte años, se reflejaban en su continuo estudio de las obras de pintores del pasado y de la modernidad, como se refleja en las numerosas reproducciones que conservaba en su indescriptible taller. Así la obra abierta de Bacon se construye incansable sobre las ‘aperturas’ de las obras de otros artistas, sobre los sentidos y mensajes implícitos de las mismas, interpretadas desde las agitaciones, angustias y tragedias del siglo XX.

Bacon versus Rembrandt

Bacon versus Velazquez

Las personas también somos obras abiertas

Tomadlo como queráis, como cuestión estética o como dato existencial, el caso es que los jóvenes de la foto que encabezaba esta entrada, seres abiertos al futuro en aquel lejano 1962, hemos comprobado a lo largo de cincuenta años que la vida es una ‘opera aperta’. Como prueba, tratad de identificarnos en esta foto del mes de junio del presente año, ahora dentro del grupo de cerca del sesenta por ciento de nuestra promoción que se reunió para conmemorar el medio siglo desde nuestra salida del colegio.

Os puedo asegurar, que, a pesar de los achaques de todos estos tipos tan provectos que ahora somos, la mayoría (pues algunos se quedaron ya por el camino) aún seguimos abiertos a lo que cada día la vida nos ofrece con sus innumerables sentidos.


Karl Marx en la ciudad de las virtudes

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Como explicábamos el pasado día 11, además de ser una ciudad de estirpe romana al borde del Mosela, Tréveris (Trier) fue una ciudad episcopal ya desde los tiempos en que la enorme basílica romana de Constantino el Grande se convirtió en templo cristiano. Y por ella pasó desde los pañales hasta la adolescencia otro constructor de utopías, que soñó vencer no con la cruz, como el oportunista emperador romano, sino con la fuerza de la clase obrera.

Para no ser menos que los romanos, también los príncipes obispos de Tréveris se hacían retratar como constructores de templos en esa meta y lugar de tránsito de peregrinos.

No era la “burbuja del ladrillo” sino de la piedra, pues las jerarquías eclesiásticas, los nobles y los monjes administraban las mayores oficinas de obras públicas y de empleo de la Edad Media.

Quizás por ello en las calles e iglesias de Tréveris he encontrado hasta tres versiones de las virtudes cardinales.

Prudencia

Justicia

Templanza.

Fortaleza

Las cuatro virtudes hacen guardia a la sombra de San Marcos en la fuente de la Plaza del Mercado y también flanquean los mausoleos episcopales de la Catedral.

Aunque lo que mejor ilustra el boato de uno de estos príncipes es la representación de la muerte. En realidad esta “vanitas” es bastante pretenciosa. El personaje parece más bien decirnos “¡después de mí el diluvio!”

No obstante, los jardines del palacio de los Príncipes Electores son más festivos y sus alegorías se sitúan ya bajo los auspicios de la Ilustración.

No sabemos si en sus dominios arzobispales, los príncipes eclesiásticos y sus sucesores practicaron una vida virtuosa, pero que hicieron gala de ellas salta a la vista.

Con el tiempo, otras aspiraciones virtuosas, las revolucionarias, ocuparon la escena.

En la Casa Museo de Karl Marx

Fue en Tréveris donde nació alguien que haría descender el determinismo histórico de las nubes de la teoría hegeliana a los programas de acción del materialismo histórico y del comunismo, desarrollando una ambiciosa utopía, con aspiraciones de ciencia, para dominar la marcha de la economía hacia la sociedad sin clases.

Nos referimos a Karl Marx. 

La casa natal de Karl Marx ha resistido a los años del nazismo y es hoy un museo organizado con un estricto criterio cronológico y pedagógico. En él se recorre con estimable ecuanimidad tanto la historia de la familia y de la vida de Marx como de sus obras y teorías y de movimientos con los que estuvo vinculado, sin olvidar los desarrollos posteriores del marxismo y del comunismo, con sus contradictorias secuelas de idealismos y tragedias.

Así los analizaba ya la obra de Albert Camus, quien “antes de examinar el fracaso del marxismo” resaltaba  “la exigencia ética que subyace al sueño marxista”. Lo que hace la “verdadera grandeza de Marx”, escribe, es esa exigencia moral, que le llevó a ”situar el trabajo, su injusta desvalorización y su dignidad profunda en el centro de su reflexión”.

Aunque, navegando a contracorriente de su tiempo, el autor de “L’homme révolté” añadía:

Su fracaso obedece a un método que en su ambigüedad quiere ser a un tiempo determinista y problemático, dialéctico y dogmático.  Si el espíritu es sólo el reflejo de las cosas, sólo puede anticiparse a su evolución mediante la hipótesis.  Si la teoría está determinada por la economía, sólo puede describir el pasado de la producción, no su futuro, que solamente se mantiene en el terreno de la probabilidad

La impotencia del materialismo histórico para superar la crítica de la sociedad presente y su fracaso como ciencia de la sociedad futura ya se sabe lo que trajeron después, cuando Lenin, Stalin y sucesores redujeron la obra de Marx a una profecía que quiso autocumplirse por la dictadura y el terror.

En este museo no hay alegorías barrocas de las virtudes cardinales, pero sí que se sienten los ecos de las luchas de clases en pos de la Justicia durante los siglos XIX y XX, acompañadas por las ambivalentes secuelas de la Fortaleza y los eclipses de la Prudencia.

La Templanza se tendrá que quedar para otros museos y episodios, pues la historia de la humanidad no es demasiado pródiga en su ejercicio.


La inteligencia disponible. A propósito de la revista “CLAVES de razón práctica” en su segunda época.

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Portada número 225.CLAVES de razón práctica

Nada más empezar, pido ya disculpas por ir al objeto de esta entrada, que no es otro que el n° 225 de la Revista CLAVES de razón práctica (“Buscando el rumbo. El intelectual en tiempos de mudanza”), pasando por un breve desvío, que no le es sin embargo ajeno.

Pero sucede que está acabando el año del tricentenario de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) y su pugilato intelectual con su admirado Voltaire (1694-1778) sigue siendo un interesante paradigma de la vida de los que llamamos “intelectuales”. Así que he caído en la tentación de recordarlo.

La inteligencia bifronte: Rousseau versus Voltaire

Cuando Goethe sentenciaba “Voltaire: un mundo que acaba; Rousseau: un mundo que comienza”, venía a decir que el autor de “Cándido”, el filósofo deísta y blasfemador que reprochaba los terremotos a la Providencia y batallaba contra los abusos y la intolerancia mediante la razón y la palabra,  no había sin embargo captado que el intelectual en el futuro se definiría por la crítica del Poder con mayúscula.

Voltaire se atraería el odio de eclesiásticos y fanáticos,  pero a Rousseau se le acusaría de una responsabilidad más grave, la de haber sentado las bases de todas las revoluciones y tiranías que estaban por llegar.

Lauros Giraudon. Pugilato de Voltaire y Rousseau. Biblioteca Nacional de Francia

Para muestra de sus disputas valgan algunas líneas de Rousseau en su Carta a Voltaire (18 de agosto de 1756) en la que reacciona al “Poema sobre el desastre de Lisboa” (1755) que este escribió bajo la impresión de aquella hecatombe;

Habéis calificado de libro contra el género humano un escrito en el que yo defendía la causa del género humano contra sí mismo (Rousseau se refiere a las críticas de Voltaire a su “Discurso sobre los fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, 1755).

No veo que se pueda buscar la fuente del mal moral en otra parte que no sea el hombre, libre, perfeccionado, corrompido a pesar de todo

Por añadidura, creo haber mostrado que, excepto la muerte, que casi no es un mal si no es por los preparativos que la preceden, la mayoría de los males físicos todavía son obra nuestra. Sin apartarme de vuestro tema de Lisboa, convenid, por ejemplo, que no fue en modo alguno la naturaleza la que agrupó veinte mil casas de seis o siete pisos, y que si los habitantes de esta gran ciudad hubieran estado distribuidos con mejor equilibrio y alojados de forma más liviana, el daño hubiera sido mucho menor, y puede ser que nulo

¿Habría que decir que el orden del mundo debe cambiar según nuestros caprichos, que la naturaleza ha de someterse a nuestras leyes, y que para prohibirle a esta que produzca un terremoto en algún sitio, basta con que construyamos una ciudad en ese lugar?

Ver en  Jean-Jacques Rousseau. Les Rêveries du promeneur solitaire, Préface et commentaires de Pierre Malandain, Presses Pocket, 1991, Dossier Historique et litteraire, II, p.200. (La traducción es mía)

En fin,  puede que Goethe haya tenido razón en lo que concierne al siglo XIX y gran parte del siglo XX, ese que ha sido llamado el “siglo de los intelectuales”. Pero parece que nuestro tiempo necesita intelectuales que aúnen la agudeza, la ironía y los altos vuelos de Voltaire con el apego a la tierra y la conciencia de los abismos del hombre de Rousseau.

Como rimaba Victor Hugo:

Alegría es mi carácter, es la culpa de Voltaire. Miseria es mi ajuar, se lo debo a Rousseau

Joie est mon caractère. C’est la faute à Voltaire. Misère est mon trousseau. C’est la faute à Rousseau.

Los Miserables

Creo que esta síntesis bifronte ya la encarnó Erasmo  dos siglos antes de que surgieran los filósofos de las Luces.

Joven romana.Detalle Palazzo Massimo.Roma. Foto R.Puig.

Buscar el rumbo en los tiempos que vivimos

Para partir en pos de las claves de los tiempos que vivimos hay que saber hablar a la inteligencia de las personas, como mejor que yo explica Fernando Savater en el editorial del número 225 de “CLAVES de razón práctica”. Se trata del cuarto número de la segunda época  de la revista, que se abre con una parte monográfica consagrada a pensar en el lugar del intelectual en nuestra época, tema que atraviesa sus varias secciones. Como ejemplo de una trayectoria de intelectual encarnada como pocas en las últimas décadas de la historia de España, la revista rinde homenaje a Javier Pradera, fallecido hace un año, quien la fundara en 1990.

Porque se puede afirmar que Javier Pradera fue (usando la definición del intelectual que da Savater  en el editorial de la revista) un “ciudadano que trata a los demás como si fueran intelectuales: es decir que no intenta seducirlos ni deslumbrarlos o intimidarlos, sino que pretende contar con la capacidad de persuadir y ser persuadido que hay en todo ser pensante. Es esa actitud la que debe caracterizar al intelectual, no su profesión o su vocación creadora”.Yo no le conocí pero le leí a menudo y, por lo que escriben los que sí lo trataron, así actuaba Javier Pradera cada día.

Un año después de su muerte, la revista dedica varios artículos a su semblanza humana e intelectual, comenzando por un testimonio póstumo del mismo Javier Pradera sobre su biografía familiar, marcada por una España de guerra y de posguerra. Se trata de un fragmento del reciente libro Camarada Javier Pradera de Santos Juliá, quien, en otro extracto  de la misma obra, escribe sobre su militancia juvenil y su ruptura con el PCE. Miguel Ángel Aguilar explica la labor apasionada de Pradera por la edición de autores y obras que ayudasen a consolidar las libertades. Juan Cruz subraya su rigor en las publicaciones, su generosidad y su exigencia en la amistad y José María Ridao recuerda sus dotes y su rigor en la conversación.

CLAVES. Sobre Javier Pradera. Juan Cruz. Ilustración Alberto García

El número suscita la reflexión sobre quienes, ocupados por actividades cotidianas que requieren un ejercicio exigente y vigilante de la inteligencia, del pensamiento y de la creación, no guardan su talento y su reflexión para sí mismos, sino que lo ponen a disposición de la sociedad y de los ciudadanos con los que le toca vivir, y no de las pasiones y sectarismos colectivos. Lo que demanda, como  comenta Fernando Savater, la modestia,el respeto y la contención.

El intelectual habla y escribe de aquello que conoce y, ante  lo incierto,  acompaña con el razonamiento a quienes buscan sinceramente las respuestas que nuestra sociedad y nuestro mundo necesitan.  Ello exige también del intelectual (como en 1927 aclaraba ya Julien Benda en su alegato contra “la traición de los intelectuales”, La trahison des clercs) la independencia frente a “las pasiones del realismo de clase, de raza o de nación” y frente a la disciplina de las ideologías y partidos políticos.

Ositos de Jeff Koons. Arco 2010.Foto R.Puig

En definitiva, intelectual es el de fuera de la fila.

Pero,como solía decir el viejo Erasmo, ya me estoy alargando demasiado.

La revista incluye otros temas candentes de Economía y Política y sus secciones habituales, pero mejor será que os la procuréis. Aquí tenéis el sumario del número y la página web de esta perseverante aventura de la razón práctica:

http://www.revistasculturales.com/revistas/15/claves-de-razon-practica/num/225/

http://www.revistasculturales.com/revistas/15/claves-de-razon-practica/


Breverías erasmianas (IV): ”Homo bulla”. Sobre la volatilidad del ser humano

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Licenza la cascada  del Parque Regional Foto R.Puig

Licenza, la cascada del Parque Regional Foto R.Puig

Según reza este viejo adagio, recogido y ampliamente comentado por Erasmo en su colección (II iii 48), el hombre es una burbuja, una leve pompa de aire.

Este proverbio nos advierte que no hay nada más frágil, más fugaz, más vano que la vida humana. Una burbuja es esa cosa inane que vemos hincharse sobre las aguas para desvanecerse en un instante

Proverbium hoc admonet humana vita nihil esse fragilius, nihil fugacius, nihil inanius. Est enim bulla tum or ille inanis, qui visitur in aquis momento temporis enanscens simul et evanescens

(Las citas del latín proceden de la edición de Belles Lettres y el GRAC, Lyon, 2010. La traducción es mía)

 

Monti Lucretili. Foto R.Puig

Monti Lucretili. Foto R.Puig

El valor de los años 

El humanista sigue razonando sobre un tema que aparece a menudo en sus escritos cuando es cuestión de la brevedad y la fragilidad de la vida humana, tema frecuente en los escritos de los filósofos estoicos, citados frecuentemente por Erasmo, el de los riesgos innumerables que nos acechan. Por ejemplo, tan frágiles somos que hasta podemos asfixiarnos con un pelo en nuestro vaso de leche (cum lacte pilus strangularit).

Hipócrates fija en cuarenta y nueve años la duración media de una vida humana. ¡Si se sustrae de la cuenta la duración de la juventud y la vejez, qué poco queda!

Incierto y frágil es este don que así nos da la naturaleza; estrecho y breve, sea cual sea la parte que nos sea concedida, incluso para aquellos a quienes se les da con más largueza, si hemos de considerar la duración de la existencia en conjunto. Si medimos el reposo nocturno, nadie vive  más de la mitad de su vida…  (Plinio, Historia natural, 7, 167)

La descripción de la vejez como decadencia se corresponde con los cánones de la literatura clásica

En verdad, lo mejor que la naturaleza ha dado al hombre es la brevedad de su vida. Los sentidos se embotan, los miembros se tuercen, la vista, el oído, la marcha mueren antes del final, así como los dientes y los órganos con que nos alimentamos. Sin embargo, a todo este tiempo también lo llamamos vida (Plinio, Ibidem)

El comentario sigue ahondando en esa tradición, en este caso remontándose a Esquilo

Así que nadie puede decir “este es alguien”, ni tampoco “este es un don nadie”, porque  el cambio de los asuntos humanos es tan repentino que quien parecía ser algo se convierte en nada y quien parecía extinguido se convierte en alguien. Una cita de Esquilo en Stobaeus presenta la vida humana como la sombra del humo:

                                                 Son efímeros los proyectos que fabrica

                                                el género humano,  todos y cada uno

                                               menos ciertos que la sombra del humo

 

(Florilegium, Sermón 247, Gesner, 1581, p.812)

Felipe el Hermoso 1501. Louvre. por el Maestro de la Leyenda de Maria Magdalena

Felipe el Hermoso 1501. Louvre. por el Maestro de la Leyenda de Maria Magdalena

Todos sin excepción somos burbujas

¿Y qué ejemplo contemporáneo trae Erasmo para ilustrar la vanidad de las fortunas humanas?

Pues el de nuestro primer rey de Castilla, Felipe el Hermoso (1478-1506), que volvió loca a la reina Juana, dicen que no sólo por su prestancia y hermosura sino también por sus abundantes infidelidades. Muerto a los 28 años dejó cuatro hijas y dos hijos y una viuda inconsolable.

¡Este príncipe único, el mejor, el más grande, el más distinguido de cuántos se han visto bajo el sol, la fortuna lo mostró al mundo, pero fue cruel, pues lo mostró para llevárselo enseguida!

Hubo entre todos los reyes y todas las naciones un consenso tan admirable para amarle que, incluso aquellos que habían estado poco antes en guerra contra él, depuestas las armas, se apresuraron a honrarle

Nada de sangriento, nada en modo alguno que tuviese que ver con el sufrimiento o la ruina de nadie, contaminó el balance feliz de nuestro Felipe

Todas aquellas fantásticas expectativas y una esperanza universal las ha cercenado de repente una muerte prematura, demostrando con este ejemplo tan cruel que no hay  mortal alguno, incluso el más excelso, que no sea una burbuja.

De la forma más simple, tras una partida de pelota y por una congestión, por un veneno o por la peste, la muerte repentina de aquel rey guapetón, joven, campechano y deportista, privó a Erasmo de un mecenazgo seguro y cambió la historia de España.

Gustave Dore. Satan

Gustave Doré. Satán

Quien dice burbujas dice pompas

Aunque nuestra fecha de caducidad ya no sea la de los tiempos de Hipócrates, somos miles de millones las burbujas pensantes, deslizándonos sin parar sobre una enorme bola en medio de una galaxia. Y no sólo flotamos sino que volamos como pompas.

¿Qué pompas?

Por un lado, las nefandas, las tóxicas, las malas.

Las pompas malas eran las de Satanás, las que en el bautismo y en la Pascua nos exhortaban pomposamente a abandonar. Esta expresión viene de lejos, de los tiempos de San Cirilo de Jerusalén (no confundir con aquél otro, el de Alejandría, que se dedicó a sobornar a los obispos seguidores de Nestorio para que condenasen al que nos pintaban en el colegio como un diabólico hereje). Al parecer, hasta las carreras de caballos se consideraban en su tiempo pompas de Satanás.

 La pregunta de San Cirilo

San Cirilo de Jerusalen

San Cirilo de Jerusalén

¡Niños! ¿renunciáis a Satanás, a sus pompas y a sus obras?

Así se interpelaba a los niños en la iglesia desde los tiempos de aquel severo obispo de Jerusalén.

Final optimista

No obstante, también están las pompas buenas, las poéticas, a las que ningún niño tiene que renunciar.

Así que no quiero acabar este artículo con los acentos estoicos de su comienzo, ni con los satánicos de su intermedio.

“Niña haciendo pompas de jabón" de Pierre Mignard (1612-1695)

“Niña haciendo pompas de jabón” de Pierre Mignard (1612-1695)

Pongámosle un broche final con las pompas buenas, las de jabón, las de una canción que mis hijos oían y veían por TVE hace casi treinta años. Me dicen que su autora sigue recorriendo España, haciendo cantar a pequeños y grandes con su circo, me refiero a  Teresa Rabal (Barcelona 1952).

Mi deseo para 2013 es que ella y otros como ella sigan cantando para todos.

http://www.youtube.com/watch?v=tVxdYO9gfmE 

Pienso que si Erasmo hubiera escuchado la canción y escrito hoy sus Adagios, habría añadido otro: Homo bulla volat, que significaría ”el hombre vuela como una pompa”.

¡Y eso que entonces no se hablaba aún de la burbuja inmobiliaria!


Breverías erasmianas (VII). “Nosce te ipsum” (Conócete a ti mismo)

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Carmen Laffon. Coleccion Fundacion March

Óleo de Carmen Laffon. Coleccion Fundacion March

Nosce te ipsum (Adagio I vi 95)

Erasmo se limitó a los aspectos filológicos y a las varias acepciones en su breve glosa de este famosísimo proverbio. Sucesivamente comenta los otros dos que estaban grabados junto a él  a la entrada del templo de Apolo en Delfos: Ne quid nimis (Nada en demasía) y Sponde, noxa praesto est (Dado el aval, cerca está el mal o, más libremente, Acepta ser avalista y tu ruina está lista), de los que no trataremos hoy.

Refiriéndose a los tres, dice que

habían sido grabados en las puertas del templo de Delfos como si pareciesen dignos del Dios. El primero, “Conócete a ti mismo”, nos aconseja la moderación y la mesura y nos invita a no apegarnos a cosas que nos queden demasiado grandes o de las que no somos dignos. Porque de esto nacen las desgracias de la vida, de que cada uno se siente orgulloso de sí y todo lo que injustamente arrebata a otros se lo atribuye por egoísmo a sí mismo, sin merecerlo.

De este modo continua con su esquema habitual, citando las acepciones que dan a este adagio los autores de la Antigüedad, y así nos cuenta que Cicerón explica en carta a su amigo Quinto que cuando se nos recomienda que nos conozcamos a nosotros mismos no sólo se dice para que no seamos pretenciosos sino “también para que conozcamos nuestro propio valor”. Lo cual constituye el lado estimulante del proverbio.

Erasmo sigue explicando que Juvenal piensa que este adagio descendió del cielo, que Ovidio lo atribuye a Pitágoras y que Platón dice que Sócrates lo atribuía a Apolo, tal como narraba la leyenda que lo sitúa inscrito en las puertas del templo del dios en Délfos, ya que, como narra Macrobio, uno que pedía del famoso oráculo la receta de la felicidad, escuchó una voz que le respondía que el camino a ella pasaba por el conocimiento de sí mismo (si te ipsum cognoveris).

Erasmo se refiere también a la famosa Apología de Sócrates:

El que Sócrates fuera el único sabio al que el oráculo de Delfos proclamó como tal, a pesar de que Grecia contaba con innumerables sabios, se explica por el hecho de que todos los demás pretendían saber lo que ignoraban y él los superó a todos porque sabía que no sabía nada y sólo eso proclamaba saber” (sciret se nihil scire et hoc unum se scire profitebatur)

Erasmo concluye su lista de autoridades con la opinión irónica del cómico Menandro:

Me parece que, por muchas razones, eso de ‘conócete a ti mismo’ está mal dicho, pues sería mucho más útil  decir ‘conoce a los otros’

Fuente: Les Adages d’Érasme (en latín), présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp. 547-549 (traducción propia)

Guillermo Perez Villalta. Coleccion Fundacion March

Guillermo Perez Villalta. Coleccion Fundacion March

Si te ipsum cognoveris…

Cuatro siglos más tarde dudo que André Gide hubiese leído el comentario de Erasmo. El caso es que este autor, que fue a menudo ferozmente criticado como hedonista, comenta también este proverbio en una conocida obra de juventud.

Conócete a ti mismo. Máxima tan perniciosa como fea. Quien la observa detiene su desarrollo. La oruga que trate de ‘conocerse bien’ nunca se transformará en mariposa.

A través de mi diversidad siento bien que se mantiene una constante: lo que siento como diverso es siempre yo mismo. Pero, precisamente porque yo sé y siento que esta constancia existe ¿por qué hay que tratar de conseguirla? Durante toda mi vida he rehusado buscar el conocimiento de mí mismo, es decir: he rehusado buscarme. Me parecía que esta búsqueda, o más exactamente su resultado, acarreaba cierta limitación y empobrecimiento del ser o que sólo ciertas personalidades bastante pobres y limitadas conseguían encontrarse y comprenderse, o más bien: que este conocimiento que uno obtenía de sí limitaba el ser, su desarrollo, pues tal como uno se encontraba, así se instalaba acto seguido en el cuidado de parecerse a sí mismo, y que más valía proteger sin cesar la expectación de un perpetuo devenir huidizo. La inconsecuencia me disgusta menos que cierta consecuencia resuelta, que cierta voluntad de permanecer fiel a sí mismo y que el temor a dividirse. Creo por lo demás que esta inconsecuencia es sólo aparente y que responde a alguna continuidad menos patente. Creo que también en esto, como en todo, las frases nos engañan, porque el lenguaje nos impone más lógica de la que suele haber en la vida y que lo más valioso de nosotros mismos es lo que permanece sin formularse.

André Gide, Los nuevos alimentos, 1935 de “Les nourritures terrestres”, Paris, Gallimard, Le libre de poche, nº 1258, pp.230-231). Traducción propia.

 

Ni tanto ni tan calvo

Pues bien, creo que Gide tiene razón, pero que también la tienen el oráculo de Delfos y las interpretaciones de los filósofos y escritores de la Antigüedad que Erasmo nos trae a colación.  Al fin y al cabo, el adagio no afirma que tengamos que conocernos de una vez por todas.

Por otro lado, casi todos los pensadores que lo han comentado coinciden en decir que esta tarea es quizás la más difícil de las que se le plantean al intelecto humano. Yo diría que es un poco como esa labor a la que fue condenado Sísifo. Cuando crees que ya estás al cabo de la calle, que ya te sabes a ti mismo de memoria, ¡zas!, descubres en tu ser y en tus comportamientos una veta que para bien o para mal ignorabas. ¡Y eso que en aquellos tiempos -a pesar de que Edipo ya había matado a su padre y se había acostado con su madre- Freud no había inventado el psicoanálisis!

Philautia.Holbein.Dibujo a tinta. Facsimil Laus stultitiae. Basilea 1931

Philautia. Holbein. Dibujo a tinta. Facsimil Laus stultitiae ed.1515. Basilea 1931. Foto R.Puig

Perdonad estas consideraciones mías sobre un adagio tan ilustre. No osaría glosarlo si Erasmo lo hubiera comentado. Pero se limitó a la parte filológica y a su habitual y erudita citación de autoridades y no puso sobre el papel, como en muchos otros adagios, su impronta más personal. No sé a qué pudo deberse, pero lo sospecho. Dejemos el asunto para otro día, cuando puede que me anime a seguiros dando la lata.

Gide subraya la naturaleza dinámica y fugitiva de nuestro propio yo, pero exagera cuando atribuye al oráculo una idea estática del conocimiento de sí mismo, una especie de efecto de freno y de autocomplacencia, que a mi modo de ver el adagio no tiene. Sea como sea, lo que no destacan ni el oráculo de Delfos ni Gide es la variable colectiva del adagio. Aunque quizás Menandro, con la penetración del cómico, ya lo intuyera un poco cuando comentaba que más importante que conocerse a sí mismo es conocer a los demás.

En definitiva pienso que este consejo debe  dirigirse también a las colectividades. Por ejemplo a los partidos políticos, a las comunidades culturales, a las naciones, ya que si un solo individuo, pagado de sí mismo e ignorante de sus propias limitaciones y prejuicios, entraña, en mayor o menor grado, un riesgo para sí mismo y para los demás ¿qué decir –cómo la historia prueba- de los males que pueden sobrevenir cuando la inconsciencia afecta a grupos con poder y, sobre todo, narcotiza a las naciones?

Pablo  Damian y Onofre  Forment. Retablo eucaristico s.XV i. Museo de Bellas Artes de Valencia. Deralle. Foto R.Puig.

Pablo, Damian y Onofre Forment. Figura del retablo eucaristico del convento de la Puridad, s.XVI. Museo de Bellas Artes de Valencia. Detalle. Foto R.Puig.

Nosce te ipsam

En efecto, hay momentos en la historia, en los que una nación se ve abocada a mirarse al espejo sin maquillajes, lo que por desgracia suele ocurrir cuando ya sufre las consecuencias de sus errores gregarios y de la autocomplacencia colectiva. Y la tentación en estos casos es olvidar tanto el consejo del oráculo como el optimismo de Gide, para quedarse con el consejo del cómico Menandro. Porque es más fácil  volver la vista hacia otros a quienes consideramos extraños a nuestra nación o a nuestra cultura y, convencidos de que los conocemos, cargarles el muerto de nuestros errores.

Cuando esto acaece, creyendo tozudamente que nadie nos puede dar lecciones sobre nosotros mismos, corremos el riesgo de olvidar que podríamos rectificar el rumbo entre todos. Pero eso exige la lucidez y dinamismo de la nación entera, empezando por una profunda y ejemplar rectificación y renovación de su clase dirigente; pues, para cambiar entre todos y llevar a cabo las sustituciones que se imponen, hacen falta personas que se conozcan a sí mismas, con el sentido de sus límites pero con la conciencia de sus capacidades,  y que tengan el coraje de dar el paso al frente.

Esta claro que Erasmo hubiera expresado todo esto mucho mejor que yo, ya que colectividades y naciones que se empeñaron en desbarrancarse las hubo siempre. Así que disculpadme, porque aquí y ahora sólo tengo mi limitado caletre y mi modesta pluma, mejor dicho mi teclado. En cuanto deje la pantalla me iré a un rincón a conocerme, preferible si es en un banco soleado.

Pero sucede que hoy es 14 de abril.

Es una fecha que, más que para ondear unas banderas contra otras, lo que no sería muy erasmiano y generalmente las banderas dificultan, todas,  la libertad de espíritu,  me parece más bien que es una fecha que se prestaría a la reflexión sobre la res publica, es decir sobre la mejor forma de tener un país que sepa identificar y garantizar lo que es de todos.

Erasmo, siendo curiosamente miembro del Consejo de Carlos V (quien de todo hizo menos hacerle caso) tenía un corazón de republicano, de la forma en la que él decía lo habían sido los romanos anteriores al Imperio.

En fin, que, sin arrogarme el papel del oráculo y antes de callarme por hoy, me atreveré a expresar, más que un consejo (¿quién soy yo para ello?) un deseo: ¡España, conócete a ti misma!

Lo mejor de nosotros mismos siempre puede estar por aflorar…

Ya tenia concluido este artículo, cuando pasé, como hago a menudo, por el parque que hay junto a la iglesia de Haga, en Gotemburgo, donde está la estela-monumento dedicada a Raoul Wallenberg (Kappsta, Suecia 1912 – fecha desconocida en algún lugar de la Rusia estalinista).

Algún descerebrado la ha manchado, puede que borracho.

Estela de Raoul Wallenberg en Gotemburgo. Foto R.Puig

Estela de Raoul Wallenberg en Gotemburgo. Foto R.Puig

Pero, lo que quiero comentar aquí tiene que ver con el adagio de hoy.

Cuando Raoul Wallenberg acabó sus estudios de arquitectura a los veintitrés años no creo que sospechase ni de lejos que en Budapest entre 1944 y 1945, como simple secretario de la embajada sueca, tendría el coraje de enfrentarse al sistema nazi y a sus colaboradores húngaros, salvando del exterminio a varias decenas de miles de húngaros judíos, puede que hasta cien mil y, de jugarse y perder finalmente la vida al quedarse en la capital de Hungría hasta la entrada del ejército de la URSS, para asegurarse de que los guetos remanentes no eran pasados a sangre y fuego por las tropas alemanas en retirada. Por el motivo que fuese, Stalin no quiso testigos, no se sabe bien de qué, y nunca se supo ni cuándo ni cómo murió Raoul Wallenberg en las prisiones o en el gulag soviético.

Estela de Raoul Wallenberg en Gotemburgo.Detalle. Foto R.Puig

Estela de Raoul Wallenberg en Gotemburgo.Detalle. Foto R.Puig

Como decía Gide, todos llevamos dentro, como la mariposa en la oruga, el potencial escondido de nuestras metamorfosis. Y eso es verdad de las personas y, en definitiva, también de las sociedades y de las naciones.


Breverías erasmianas (VIII). “Sustine et abstine” (Resiste y abstente)

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Holbein. Dibujo a tinta. Facsimil Laus stultitiae ed.1515. Basilea 1931

Atlas. Grabado del siglo XVII que reproduce el dibujo a tinta de Hans Holbein en una edición del Elogio de la locura en 1515.

Aguanta y prívate

No sé si será o no coincidencia o efecto de los tiempos que vivimos, pero cuando hojeo las páginas de los Adagios de Erasmo parece que mi dedo índice acaba siempre por posarse en algún proverbio estoico.El caso es que traemos hoy otro adagio procedente de la filosofía de la Stoa y de su principal exponente, Epicteto.Este adagio que se le atribuye en su original griego de Άνέχου καί άπέχου, en latín sustine et abstine, puede traducirse con un grado variado de severidad.

Sustine puede traducirse como resiste, convertirse en aguanta o quedarse en soporta. Abstine podría quedarse en abstente o trasformarse en prívate, sin  dejarnos tentar por otros términos del lenguaje popular español, por no hablar de su repertorio de interjecciones, que darían para otras versiones, algunas malsonantes.

El caso es que, si analizamos lo que hoy se está exigiendo de los ciudadanos corrientes, parece que Epicteto ya lo había previsto.

Pero dejemos comentar a Erasmo:

Epicteto, un filósofo de la escuela Cínica, trató, sin excepción y con poco más de dos palabras, de todos aquellos principios de filosofía que tienen que ver con la felicidad de la vida humana, y que otros filósofos exponen con dificultad en muchos volúmenes. Hasta hoy y por largo tiempo han circulado como proverbios entre las gentes cultas, y bien merecen ser inscritas sobre muros y columnas y grabados en cada anillo. Estas son sus palabras: Άνέχου καί άπέχου, Resiste y abstente. Una de ellas nos recomienda la fortaleza en la adversidad, la otra que atemperemos los deseos ilícitos. Están inscritas en las Noches de Gelio, libro 17, capítulo 19Ateneo cita los versos siguientes sin mencionar al autor:

Hombre bueno ha de llamarse quienquiera que aporte bienes / Bueno ha de ser igualmente quien bien soporte los males

(Bona quisquis adfert, vir bonus vocabitur  / Bonus erit et ille, qui mala pertulerit bene)

Adagio 1613 (II vii 13)

Fuente: Les Adages d’Érasme (en latín), présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pág.1274 (traducción propia)

Metáfora bovina

Para acabar en tono más ligero, he pensado que el emblema XXXIV de Andrea Alciato, que ilustra precisamente este adagio, servirá para terminar el comentario con una interpretación gráfica y picante del mismo.

En este caso, el vaquero que reprime al semental actúa como un severo discípulo de la escuela cínica, mientras parece decirle al pobre animal: “¡Aguanta y fastidiate!”

Sustine et abstine.Alciato XXXIV

Sustine et abstine. Andrea Alciato Emblema XXXIV

Fuente: Andrea Alciato’s Emblemata, Paris, Jean Richer, 1584. Ejemplar digitalizado a partir de la Stirling Maxwell Collection de la Glasgow University Library. Proyecto Open Emblem Initiative.

http://www.emblems.arts.gla.ac.uk/french/index.php

http://emblematica.grainger.illinois.edu/index.html



Breverías erasmianas (IX). “Ne quid nimis” (Nada en exceso)

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Nimis. Foto R.Puig

Nimis. Foto R.Puig

 

Siguiendo con Erasmo y sus comentarios, le toca hoy el turno al segundo de los tres proverbios de las puertas del templo de Delfos.

¡No te pases¡

Es este un adagio de mucha casta. Siempre interpretado por los clásicos en términos de moderación y sobriedad en la expresión de nuestras pasiones, así como en el comer, en el beber y, en general en nuestra forma de manifestarnos ante los demás y de gobernarnos a nosotros mismos.

Ne quid nimis . Foto R.Puig

Ne quid nimis . Foto R.Puig

De nuevo estamos ante una expresión de tradición estoica. Se podría parafrasear afirmando algo así como ‘de sabios no excederse’.

Erasmo en sus Adagios, como de costumbre, enumera las fuentes del proverbio.

La tradición clásica lo atribuyó a Pitágoras y lo interpretó en el sentido de la contención de las pasiones, como nuestro humanista se encarga de destacar, por ejemplo citando la Retórica de Aristóteles, que lo atribuye a Bias de Priene (s.VI a.C.) uno de los siete sabios de Grecia:

las inmoderadas pasiones de la gente joven que, dice, yerra sin cesar a causa de su vehemencia, siendo excesivos tanto en el amor como en el odio

Pero, siempre según las palabras de Aristóteles (como precisa Erasmo para desmarcarse):

los viejos no son así…  aman como si un día hubieran de odiar y odian como si un día tuviesen que amar

El comentario erasmiano sigue enumerando otras fuentes e interpretaciones del adagio. Así desfilan Tales de Mileto, Solón, Platón, Eurípides, Sófocles e incluso Homero.  Todos ellos predicando el uso de la razón y de la moderación contra los excesos de las pasiones.

Nimis. Foto R.Puig

Nimis. Foto R.Puig

Nada en demasía, nada en exceso, dice Plutarco que Píndaro cantaba.

Y así sucesivamente, de Plauto hasta Plinio:

Lo más pernicioso para cualquier vida es el exceso

Perniciosissimum autem et in omni quidem vita, quod nimium

Y Horacio:

La virtud es el medio equidistante de los vicios

Virtus est medium vitiorum utrinque redactum

Nimis. Foto R.Puig

Nimis. Foto R.Puig

Quid. Foto R.Puig

Quid. Foto R.Puig

Erasmo sigue citando a sus clásicos favoritos:

Quintiliano escribe que la moderación es la reina del discurso como de todas las cosas. Finalmente Plutarco en su vida de Camilo afirma  que la piedad está a medio camino entre el desprecio de los dioses y la superstición, por lo que la Piedad unida al principio de ´nada en exceso ‘  es lo mejor

 Ateneo cita a cierto poeta en su libro sobre las virtudes del vino:

Todas las preocupaciones de los hombres brotan del corazón

Bebe con cuidado,  pues te será nociva la falta de moderación

Atqui omnes hominum pellit de pectore curas,

Si modice biberis, sin absque modo nociturum esse.

Fuente del texto latino: Adagio I, VI, 96  (596), pp 549-552, Les Adages, Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), Lyon, 2010

Ne quid nimis. Foto R.Puig

Ne quid nimis. Foto R.Puig

Arte de prudencia

Siglos más tarde escribe nuestro Baltasar Gracián:

Anda, pues, el cuerdo mui detenido, y quiere más pecar de corto que de largo

Oráculo manual y arte de prudencia, aforismo 41 (Nunca exagerar),

Madrid, Ed.Cátedra, 1997, edición de Emilio Blanco

.

Lo que no podían imaginar ni aquellos autores clásicos ni Erasmo ni Gracián es que, andando el tiempo, el elogio de la brevedad se convertiría en el cultivo y la pasión de la cortedad.

Gracián era ya de por sí bastante pesimista sobre la abundancia de la excelencia en el género humano, cuando, refiriéndose a las prisas de pronunciar alabanzas desmedidas (hoy abundantes y de inmediata difusión) constata:

Son raras las eminencias: témplese la estimación. El encarecer es ramo de mentir, y piérdese en ello el crédito del buen gusto, que es grande, y el de entendido, que es mayor.

¿Qué hubiesen hecho Erasmo o Gracián, en estos tiempos de pensiero debole y de la moda pseudo-aforística que nos invade?

No sólo twitean millones, sino que también se escriben sesudas tesis doctorales sobre los mensajes de Twitter y se publican antologías y digests de ellos.

Dice el refrán que lo bueno si breve dos veces bueno. Pero también se puede afirmar que lo malo si breve dos veces malo. Y si, además, gracias a la facilidad con que se puede dar a la tecla, lo malo breve se multiplica al infinito, se convierte en plaga y  lo peor adquiere dimensiones siderales.

Pero en fin, para ser coherentes con el adagio (¡cuánto mamotreto prescindible atiborra los anaqueles de la bibliotecas!), no pequemos de arrogantes y de excesivamente exigentes, pues, aunque nuestro ilustre pesimista aragonés afirme que

Son tontos todos los que lo parecen y la metad de los que no lo parecen   

Aforismo 201, Ibidem

y, mal que le pese a Quintiliano, a Horacio y a todos los amantes de las bellas letras, no parece democrático quejarse de la mediocridad creativa, pues todos tienen derecho a la libre expresión y a ornar el ciberespacio como su imaginación y sus afectos les dicten.

Pero lo que ya sobrepasa los niveles respirables de la contaminación mental es la proliferación del exabrupto y la ostentación de la estupidez, casi siempre adobados con la pobreza de la lengua y la pereza intelectual.

Si, a pesar de haber jurado no volver, nos arriesgamos a entrar de nuevo en los foros de los periódicos o se nos ponen por delante esas selecciones de Twitter que están de moda, lo mejor es colocarse previamente la máscara antigás.  Quizás así encontremos perlas sin perecer en el intento.

En cualquier caso, antes de darle a la tecla de publicar comamos una manzana. Si a pesar de eso, aún dudamos de la sensatez de lo que vamos a difundir, devoremos una segunda y hasta una tercera. Puede que después, además de proteger la dentadura y mantener el médico alejado, decidamos borrar lo que habíamos escrito.

Templanza. Foto R.PUIG

Templanza. Foto R.PUIG

Al fin y al cabo, es imposible competir con el oráculo de Delfos. Y qué difícil es acercarse ni de lejos a la cuidada elaboración de Baltasar Gracián en sus aforismos. O, sin ir más allá, qué lejos quedan del humor y de las metáforas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna las baratijas que por millares se producen en Twitter a cada instante.

Si el “medio es el mensaje”, la pluma o el lapicero te obligaban a escribir con calma, a repensar tus prontos. Hoy estamos tentados de volcar en la Red lo primero que se nos viene a la cabeza. El mensaje es la tecla.

Así que, ante la blancura de una página vacía, saquemos la vieja estilográfica (¡carcamal que soy!)  y recuperemos el hábito del pensamiento sosegado, de la idea, la escritura reflexiva y del placer de tachar y recomenzar de nuevo. ¿Que las redes sociales no se enteran? ¡Qué más da, si nosotros disfrutamos del placer del texto!

Pero, por hoy me paro aquí, pues me arriesgo a cansar al lector con alguna tontería y, pensando pensando, a convencerme de la inutilidad de mi blog.

Sin embargo ¿qué le voy a hacer? ¡No sé pescar ni cultivar un jardín!  Y como mis nietos viven lejos, no puedo dedicar mis horas al placer de llevarlos a pasear.

Minimal. Foto R.Puig

Minimal. Foto R.Puig


Breverías erasmianas (II): “Dulce bellum inexpertis”. Entre la Europa de Erasmo y el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea.

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“La guerra atrae a quienes no la han vivido”

La paz es la madre y la nodriza de todos los bienes.

La guerra arruina, extingue, barre de repente y de una sola vez todo lo alegre y todo lo bello y descarga sobre la vida de los hombres una cloaca de males, una especie de cié­naga de Lerna.

En tiempos de paz sucede enteramente como si una primavera singular brillase sobre el mundo de los hombres: los campos se cultivan, los jardines verdean, pacen gozosos los rebaños, se construyen gran­jas, se erigen ciudades, se reconstruyen las que se habían desplomado, se embellecen y se agrandan los edificios, las riquezas aumentan, se celebran fiestas, rigen las leyes, florece el sentido cívico, hay fervor religioso, la justicia prevalece, se valora la solidaridad, se desarrolla el artesa­nado, el jornal de los pobres es más abundante, la opu­lencia de los ricos se vuelve más espléndida.

Florece el estudio de las disciplinas más respetables, la juventud se instruye, los ancianos disfrutan de un descanso apacible, las doncellas se casan bajo buenos auspicios, «las que dan a luz reciben piropos por el parecido de la prole» (Horacio, Odas, IV,5,23).

Extracto de “Dulce bellum inexpertis” de Erasmo de Rotterdam (Adagio 3001 – IV i 1 ).

Traducción del autor de este blog en su edición de Adagios del poder y de la guerra y Teoría del Adagio (Madrid, Alianza Editorial, 2008)

Siglos de masacres en Europa

En la edición de los Adagios de Erasmo de 1508 este adagio apenas ocupa cinco líneas. Pero en 1515, los desastres que ha contemplado en Italia, en Francia y en el Du­cado de Borgoña espolearon a  Erasmo, su comentario se convierte en un ensayo contra la guerra y el texto no dejará de crecer a lo largo de sus numerosas ediciones.

En 1517 publicará otra obra donde se repetirán literalmente muchos de estos pasa­jes. Se trata del Lamento de la paz (Querela pacis), que fue escrita por encargo para dar realce a los acuerdos que se iban a pactar en la llamada «paz de Cambrai» entre Maximiliano de Alemania, Carlos I de España, Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra.

La esperanza con que Erasmo la escribió se tornó años más tarde en amarga desilusión cuando era ya patente la falsedad de aquellos acuerdos, tanto que llega a afirmar en 1523 que «para la paz lo que hay que escribir es  el epitafio».

Las fórmulas de Erasmo para combatir el belicismo no han envejecido.Propone crear instancias supranacionales, recurrir al arbitraje de consejos civiles, desarrollar una relación constructiva con los pueblos exteriores a Europa y ejercer un control reforzado del poder de de­clarar la guerra. Erasmo recelaba de los poderes autocráticos y soñaba con un régimen republicano.

El poder de iniciar una guerra siguió sin embargo estando en manos de los más fuertes y los desastres que la guerra acarreaba aumentaron en in­tensidad y extensión, manteniendo la misma horrible monotonía durante más de cuatro siglos de la historia de Europa.

La vi­sión de Erasmo sobre las causas y las consecuencias de las guerras, cuyas víctimas son las gentes del pueblo, siguieron siendo de triste actualidad.

El proyecto europeo y el Premio Nobel de la Paz 2012

La Unión Europea es como un milagro, lleno de imperfecciones y cada vez más denigrado por quienes ignoran la historia de nuestro continente y acusan de “déficit democrático” a este proyecto inusitado que surgió sobre las ruinas de la II Guerra Mundial y como reacción al mayor estado de desesperanza colectivo que nuestros pueblos han vivido.

El autor de este blog no es un iluso, no tiene anteojeras, pero, a pesar de la crisis económica, a pesar de los errores de nosotros los europeos y de nuestros gobernantes, le basta mirar hacia atrás en la historia de nuestros pueblos y naciones, de las barbaries de los nacionalismos y de las creencias fanáticas que asolaron nuestro continente, y no puede menos de pensar que el Premio Nobel de la Paz otorgado a este frágil proyecto que une en paz a 500 millones de seres humanos,  imperfecta en sus carencias pero paz, habría emocionado a Erasmo y a los cientos de millones de víctimas de la intolerancia y del fanatismo que sucumbieron en nuestra Europa a lo largo de los siglos.

El proyecto europeo, nacido hace más de sesenta años, por encima de los instrumentos económicos, sociales y culturales que fue poniendo en marcha para consolidar una paz basada en la reconciliación (la paz que en aquel contexto violento del siglo XVI ya describía Erasmo), es ante todo un proyecto político que se funda en una comunidad de valores. Ese proyecto es lo que saluda el Comité Nobel, con un premio que no se dirige sólo a las instituciones de la Unión, sino, una a una, a todas las personas que durante décadas han creído en Europa y han trabajado y trabajan por mejorarla, sabiendo que sus culturas nacionales y regionales no sólo no se disuelven en esta unión, sino que se reconocen, se celebran y se potencian con la paz y la colaboración política, social y económica. Quienes reducen la Unión Europea a nuestras dificultades actuales deberían reflexionar sobre nuestra historia.

Frente a la grosería de muchos comentarios que he leído en las últimas horas sobre la noticia del premio, fruto de la ignorancia y quizás de la frustración, frente al escepticismo invasivo, quiero poner mi granito de arena sobre esta modesta página. La paz que soñaba Erasmo era la paz del respeto a los derechos de los ciudadanos y de la democracia, garantizada por fuertes lazos supranacionales y es una laboriosa y lenta invención europea, que, a pesar de los pesares, sigue atrayendo e inspirando a millones de personas de todas las latitudes de nuestro maltratado mundo.

Los progresos cívicos, sociales y políticos son muy lentos y son frágiles. Hay que evitar que retrocedan y para ello hay que avanzar. Por ejemplo (esta idea ha sido propuesta en el seno del Parlamento Europeo) dejando de lado algunas tradiciones nacionales de dominio y en lugar de presentarnos separados en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Inglaterra y Francia son miembros permanentes) se debería dejar paso a una presencia integrada de la Unión Europea.

Así no sólo daría ejemplo de paz interior sino que tendría un peso determinante para potenciar la paz en todo el mundo. ¿Una utopía en las circunstancias actuales? Puede ser, pero si al final de la II Guerra Mundial los políticos que lanzaron el proyecto europeo hubiesen sentido de este modo y hubiesen retrocedido ante los particularismos, seguramente no habríamos llegado a vivir en una Unión Europea.

Creo que en vez de denigrar el proyecto europeo, no hay que avergonzarse de apoyarlo.  Lo que hay es que luchar por mejorarlo y seguir conquistando parcelas de utopía.

Este premio es justo y va en el buen sentido.


Breverías erasmianas (III): “Malo accepto stultus sapit”, un adagio para tiempos de palinodia y un voto por tiempos más sabios

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Encajado el golpe, el necio aprende (Adagio I i 31)

O traducido de otro modo: la experiencia hace sabio al estulto.

Este proverbio que Erasmo comenta en su famosa colección me ha hecho pensar en la proliferación de agudos analistas de las causas de la decadencia económica y la depresión generalizada que azotan a España. Quien más quien menos ha identificado a los culpables que nos han llevado adonde estamos y señala como crueles a los que nos atornillan. Pocos reconocen haber formado parte del coro de las cigarras, ahora que nos están leyendo la cartilla las hormigas.

El viejo Erasmo recopilaba y explicaba los adagios de la sabiduría culta y popular de la Antigüedad. No pocos de estos comentarios encontraban motivo en cuitas de su época, que, mutatis mutandis, se parecen a las de  nuestro tiempo. Así que cuando las vacas gordas vuelvan algún día, es de temer que las nuevas generaciones olviden que años antes la cabaña estaba en los huesos.

Comenta Erasmo que Hesiodo, en Los trabajos y los días (217-8), dice “El pillo su castigo al final recibe, pues sólo el dolor instruye al insensato” y que Homero parece aludir a lo mismo en el libro 23 (487) de la Ilíada al decir que “cuando tengas que saldar tu cuenta descubrirás la verdad”.

También refiere una frase de Platón en el Banquete (222b): “que lo que nos ha sucedido te valga de aviso, no deberías, como el tonto del proverbio, aprender a ser sabio por la experiencia del mal”. Y en una escena que se suponía entonces del Mercator de Plauto se dice algo parecido “Afortunado quien se hace sabio a costa de otros” (o sea, aprendiendo de los errores ajenos antes de tener que lamentar los propios)

La caja de Pandora

Erasmo sigue con otras citas de autores clásicos y concluye resumiendo la historia de la caja de Pandora (tomada de nuevo de Los trabajos y los días (47-105):

Júpiter estaba enojado con Prometeo, porque había robado el fuego celeste y se lo había dado a los hombres; así que, queriendo vengarse con otro engaño, le encargó a Vulcano que modelara con arcilla una figura femenina lo más perfecta posible. Concluida la obra, mandó a los dioses y a las diosas que la adornasen con sus gracias. Por ello a la doncella se la llamó Pandora.

Una vez que la imagen estuvo revestida con todas las dotes de hermosura, habilidad e ingenio, Júpiter la envió a Prometeo con una caja muy bonita, pero repleta de todas las desgracias.

Prometeo rechazó el regalo y advirtió a su hermano que si en su ausencia llegaba otro presente, no lo aceptase.

Pandora volvió, persuadió a Epimeteo y le entregó la caja. En cuanto este la hubo abierto, mientras todas las enfermedades brotaban de ella y este comprendía que ‘los regalos de Júpiter no son regalos’, se volvió sabio, pero demasiado tarde.

Erasmo explica el significado en griego de los nombres de los dos hermanos.

Prometeo quiere decir el hombre que se aconseja antes de actuar y Epimeteo el que actúa primero y, sólo entonces, el sentido común entra en su cabeza

Y más adelante:

Lo que duele instruye (Quae nocent docent) aunque es más prudente aprender circunspección de las adversidades ajenas, de acuerdo con el dicho griego ‘ver las desventuras de otros me sirve de lección’, o, como dicen entre mi gente, ‘por la vergüenza y el fracaso los mortales se hacen sabios’

De esta forma concluye Erasmo su comentario, refiriéndose a los dichos de la sabiduría popular de su patria holandesa. No podremos decir que en Europa no se tiene desde siglos la experiencia de los males que acarrea la irreflexión.

Sería demasiado largo añadir otros adagios que con sentido parecido comenta Erasmo, como por ejemplo el que dice Factum stultus cognoscit  (Adagio I i 30), lo que viene a significar “cuando la cosa está hecha, hasta un tonto lo entiende”, o lo que en España se expresa con la frase “a toro pasado”, para decir que es fácil explicar las causas de un desastre cuando sus consecuencias son ya patentes.

En resumidas cuentas, que si el CIS hubiera encuestado sobre la materia habrían salido más epimeteos que prometeos.

Nos queda una esperanza

Nos queda la esperanza de que esos jóvenes que tanto se han preparado y por desgracia tienen que emigrar para buscar un futuro, cuando tomen las riendas pensarán mejor y actuarán con mayor acierto. Y que nosotros lo veamos.

Confiemos en que esos futuros dirigentes no permitirán que se siga cumpliendo ese otro adagio (III iii 99) de la colección de Erasmo: Canis peccatum sus dependit, es decir “el delito del perro lo pagó el marrano”. Se trata de un adagio griego de oscuro origen (τò κυνòς κακòν ΰς άπέτισεν) pero que, como dice el humanista, “destila sabiduría popular”.

Así que, esperando que crezcan por todas partes los brotes verdes y que, ya que ha ganado Obama y ha proclamado en su discurso “a decade of war is ending”, confiemos en que sea verdad y que nuestros hijos y nietos vean otro mundo y otras formas de construir la prosperidad de todos.


Breverías erasmianas (X) “Ira omnium tardissime senescit” (El rencor es lo último que se extingue)

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Otoño en el Vasaparken. Foto R.Puig

Otoño en el Vasaparken. Foto R.Puig

Hay en estos días un viento que barre las hojas caídas y recuerda la caducidad de las cosas. Símbolos inmemoriales del otoño y del ritmo natural de las estaciones.

No obstante, el mundo vegetal, aunque decline, encierra siempre la promesa de su renovación, de una especie de borrón y cuenta nueva. Aquello que brotó en primavera desaparece ahora, pero tenemos la certeza de que algo nuevo surgirá con la siguiente.

No es así en el mundo de lo humano. Caen los hombres y quedan los rencores. Con trágica frecuencia, nuestros otoños no anuncian casi nunca primaveras. La sangre sigue corriendo bajo el pretexto de agravios ancestrales y el afán de venganza se trasmite entre generaciones.

Lo vemos en las noticias de cada día. El odio se enquista, se trasmite y se mantiene. Las arboledas se renuevan cada año pero el alma colectiva de los hombres es de hoja perenne. Ninguna expiación parece suficiente y hasta hay lugares donde subsiste la convicción brutal de que los hijos de los homicidas han contraído una deuda de sangre.

Ira postremum senescit

Goya.La carga de los mamelucos. Detalle. Museo del Prado.

Goya.La carga de los mamelucos. Detalle. Museo del Prado.

 

De nuevo volvemos a Erasmo y a uno de sus comentarios de los viejos adagios grecolatinos. En este caso aquel que constata lo que acabamos de constatar:

“El rencor es lo último en caducar”. Así lo expresa de otro modo un apotegma de Aristóteles, quien, según Laercio, a la pregunta de ¿qué es lo que más rápido envejece? respondió: un beneficio.

Cicerón junta las dos cosas: “Quien tuvo placer lo olvida; quien experimentó un dolor guarda memoria (cui placet obliviscur, cui dolet meminit). En general, los mortales suelen recordar con gran tenacidad la injuria y se olvidan con mucha facilidad de los favores”

Este adagio parece venir de Sófocles, quien en su Edipo en Colona dice:

               Nada hay que a la cólera haga vieja si no es la muerte,

               pues a los que ya están sepultados el dolor no llega

Erasmo comenta que esa longevidad del resquemor y del odio es lo que simboliza Homero en su alegoría de la contienda entre las Súplicas (Litas) y la Ofensa (Ate). Esta diosa tiene la mirada viva y es rápida en causar desgracias. Las Súplicas en cambio son lentas y estrábicas. Quiere decir con ello que las ofensas son ágiles y perduran y las reconciliaciones son lentas (reconciliationes esse tardas), porque los hombres suelen recordar durante largo tiempo los agravios.

Concluye recordando que La Iliada narra también que Júpiter arrastró de los pelos y sacó del Olimpo a Ate, que había contagiado de su perfidia a Juno, y la lanzó a la tierra. Erasmo añade que hay quien opina que la historia de Lucifer, arrojado del paraíso, es similar.

(Fuente del texto latino: Adagio I, VII, 13  (613), pp 561-563, Les Adages, Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), Lyon, 2010)

Atavismos

Leonardo Alenza.La revancha. Museo del Prado.

Leonardo Alenza. La revancha. Museo del Prado.

Símbolo de la persistencia del afán de venganza es lo que ocurre en algunas regiones de Europa, donde (como documentaba un reportaje de la cadena ARTE), los hijos de un asesino deben pasar con su madre a la clandestinidad, para no ser a su vez asesinados por los familiares de aquél a quien mató su padre (que en la cárcel o muerto ya no puede ser objeto de venganza).

Esa deuda de sangre condena a los niños a no frecuentar la escuela para no ser localizados, hasta el punto de que sólo con maestros itinerantes pueden conseguir un mínimo de escolarización. Según el documental, en Albania hay así decenas de niños que estudian ocultos en su nuevo domicilio.

De modo que el rencor resiste, a las reconciliaciones no se las espera y las masacres se amontonan sobre la tierra. Para el odio y el rencor no llegan ni los otoños ni las primaveras.

Otoño.Foto R.Puig

Otoño.Foto R.Puig

Y sin embargo, a veces….  http://politica.elpais.com/politica/2013/10/24/actualidad/1382641750_283159.html


Breverías erasmianas (XI) “Amicorum communia omnia” (Todo es común entre amigos) –“Amicitia aequalitas. Amicus alter ipse” (Amistad es igualdad.El amigo es mi otro yo)

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La isla de Montecristo. Foto R.Puig

La isla de Montecristo. Foto R.Puig

Dedicado a mis amigos contertulios

Dado que el próximo jueves 7 de noviembre este blog cumplirá tres años, lo abro hoy con la foto que publiqué en esa misma fecha del año 2010.  Pero lo dedico a dos breverías erasmianas que se relacionan con esa amistad que ignora paralelos y meridianos.

En estos últimos tiempos he constatado personalmente uno de los efectos positivos de Internet: el reencuentro con antiguos compañeros, de cuya amistad perdí el rastro hace décadas, con quienes he retomado la conversación como si el tiempo no hubiera pasado.

La amistad con quienes había perdido de vista se ha revitalizado gracias a este espacio virtual. Por añadidura, las páginas de este blog han reforzado los intercambios con nuevos amigos y familiares, y han puesto de manifiesto afinidades con personas que ni siquiera he visto, pero con quienes tengo ahora algo en común.

Erasmo de Rotterdam tuvo muchos y excelentes amigos, con los cuales, cuando la distancia no permitía los encuentros cara a cara, mantenía una nutrida correspondencia, al menos hasta que la muerte no le privaba de ellos. Más de uno fue víctima de los integrismos y las intrigas de su época.

Es significativo que sus glosas de los adagios (Adagiorum chiliades) se abran con dos proverbios grecolatinos que ensalzan la amistad como comunión, igualdad y afinidad (Les Adages d’Érasme, Les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), Lyon 2010, pp.63 a 65):

 

Todo es común entre amigos

(Adagio I i 1)

Porque no hay proverbio más saludable ni más celebrado que este, he querido que inaugure este repertorio de adagios para situarlo bajo felices auspicios. Si, en la misma medida en que está en boca de todos, estuviese impreso en el alma de los hombres, sin duda nuestras vidas se librarían de la mayor parte de sus males.

Sócrates deducía de este proverbio que todo pertenece a los hombres buenos del mismo modo que a los dioses. Todo –afirma- pertenece a los dioses. Los buenos (boni viri) son amigos de los dioses y entre amigos todo es común. Por tanto, todo pertenece a los hombres buenos (Bonorum igitur virorum sunt omnia)

Nicolas Poussin. Venus ofrece a Jupiter la manzana del jardin de las Hesperides

Nicolas Poussin. Venus ofrece a Júpiter la manzana del jardín de las Hespérides

Y, como tiene por costumbre, Erasmo, cita sus fuentes, empezando por Eurípides (Andrómaca, 804):

Los verdaderos amigos no tienen nada propio,

Pues entre ellos todo es íntegramente común

Sigue con Terencio, Aristóteles, Platón (es feliz la sociedad donde no se oye hablar de lo que es mío o no es mío), Marcial, Teofrasto, Plutarco, Cicerón (res amicorum communes et amicitiam aequalitatem) que atribuye el adagio a Pitágoras, como lo afirmaban también Diógenes Laercio y Aulo Gelio en sus Noches Áticas:

Porque todos los que eran admitidos en aquella agrupación de estudiosos compartían vida familiar y dinero, lo que de hecho, con un término del latín, se denomina cenobio (κοινόϐιον) para expresar esa sociedad de vida y de fortunas

De pasada Erasmo se queja de los cristianos que estigmatizan la idea de comunidad de Platón, a pesar de que su propuesta de vida en común es, a juicio de nuestro humanista, la más cristiana que filósofo pagano haya jamás formulado.

Es sabido que el ideal de la comunidad de bienes de la primera iglesia se mantuvo mientras duró la idea del que Jesús iba a volver pronto a poner las cosas en su sitio y a sus primeros seguidores en los puestos de primera línea en el Reino de los Cielos. Cuando se constató que la cosa iba para largo, aquella generosidad inicial se fue limitando a una comunión mística y simbólica, la koinonía. La vida en común se restringió a los cenobitas y el comunismo inicial dio paso a diversas atenuaciones del ideal cristiano.

Al fin y al cabo la amistad tiene muchas formas y muchos caminos y no sólo se mantiene en un cenobio o en un convento (lo que Erasmo confirmó al exclaustrarse) 

Amicitia aequalitas. Amicus alter ipse

(Adagio I i 2)

Lo que podríamos traducir como Amistad es igualdad. El amigo es mi otro yo.

En su glosa de este segundo proverbio de su voluminosa antología, Erasmo recuerda que lo mismo quiere decir la expresión aristotélica amicus alter ego. Pero el origen del proverbio se atribuya a Pitágoras.

Completa el comentario con una nueva cita de Las leyes donde se afirma que el ideal de igualdad se ha de practicar

tanto por los jóvenes como por los viejos, por los doctos como por los indoctos, por estultos y por sabios, por robustos y por débiles, sin perjuicio de que a cada cual se le reconozca su dignidad, pues, según Platón, la suma igualdad acaba en suma desigualdad (summa aequalitas summa fit inaequalitas)

::::::::::::::::::::::::

En resumidas cuentas, la sinergia entre ambos adagios nos recuerda que la amistad nace y se nutre por variados caminos, y por dos en particular. El primero se inicia con el descubrimiento de nuestras afinidades con otra persona y conduce al reconocimiento del alter ego, a la comunidad de ideas y preferencias y a la aequalitas a la que alude el proverbio. El segundo recuerda que, en sentido inverso, la convivencia en una comunidad genera a menudo el descubrimiento de coincidencias y afinidades, el sentimiento de igualdad y la identificación con los amigos. De estas y de otra innumerables formas surge y se fortifica la amistad, de lo que, en la antología de Erasmo, también testimonian otros adagios que tienen como tema la amistad y que dejamos para otro día.

Por el momento, concluiré con una microrrelato que se refiere precisamente a los orígenes y pervivencia de una comunidad de amigos:

Hubo hace casi cincuenta años, en un lugar de América, en el seno de una organización militante, una comunidad estudiantil que lo compartía todo en un ambiente de exigencia intelectual, y en especial sus ideales de mejorar el mundo.

A lo largo de algunos años y meses vivieron en común las dificultades y las ilusiones de una ascética formación y de la preparación para la acción, aguijoneados por ese espíritu que ensalza el salmo 133:  ’Ecce quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum’

Algunos, perseverando en la organización que les reclutó y les formó, siguen, en su fe original, esforzándose por salvar cuerpos y almas; otros eligieron partir para construir su vida cada uno con sus propias circunstancias y en lugares diversos. Los que ya no están no han sido olvidados.

De aquellas grandes ambiciones, de aquella fe, de lo que a todos les unió, unas afinidades tácitas, unos sentimientos y un manojo de convicciones han resistido al paso del tiempo.

Los que residen cerca han comenzado a reunirse cada mes en una tertulia. Los que vivimos lejos la compartimos activamente, gracias a la Red. Hace unos decenios formábamos una comunidad de hermanos, hoy nos seguimos reconociendo como amigos, sin que el tiempo parezca haber pasado.

- ¿Me lo puede formular mejor?

- Pues, mire usted, no sabría hacerlo. Al fin y al cabo, la amistad se vive sin demasiadas explicaciones.

En un lugar de America

En un lugar de América (imagen de Google Earth)


Breverías erasmianas (XII) ”Festina lente” (Apresúrate lentamente)

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Fiesta de Lucía. Kungsbacka. Foto R.Puig

Fiesta de Lucía. Kungsbacka. Foto R.Puig

Los dulces cánticos de la fiesta de Santa Lucía no deben llamar a engaño, en realidad lo que se observa en la calle es que la gente va acelerada en estos días pre-navideños. Todo el mundo de cabeza, dedicado a cumplir las ineluctables obligaciones de la temporada: comprar y comprar, engalanar, iluminar, llenar la nevera, invitar, comer y beber, comer y beber, regalar, cantar, celebrar y celebrar, bailar,  sonreir y volver a sonreir, desearse felicidad, sin que se recuerde bien por qué, arrastrados por esa pulsión ancestral de compensar con fuego, luz y fiesta el frío y la oscuridad del invierno, y que el Occidente ha logrado implantar por todas partes, incluso en las latitudes que ahora sudan con el verano.

Así que me ha parecido oportuno, en estos días de prisa y excitación navideñas, recordar un sabio adagio antiguo, uno de los más extensamente glosados por Erasmo de Rotterdam.

Apresúrate lentamente

(adagio 1001, II i 1)  

Festina lente. Este proverbio expresa en sí mismo una especie de enigma no carente de gracia, pues reúne dos palabras que se combaten mutuamente. Hay que colocarlo dentro de esa clase de proverbios que se caracterizan por el juego de contrarios

Erasmo consideraba que este adagio era de tanta utilidad que se debería imprimir por todas partes para que fuese tenida en cuenta, sobre todo por aquellos a quienes (Ilíada, II, 25) ”se les ha confiado el cuidado y la entera responsabilidad del gobierno de los pueblos”.

Se trata de un oxímoron, pues esta máxima propone a la vez un comportamiento y su contrario. Démonos prisa, pero hagámoslo lentamente. Parafraseando el dicho popular, ”con prisa, pero con pausa”. Decisión, acción, pero reflexivamente, con calma, sin ir a trompicones.

Hombres que andan. Giacometti. Fundacion Alberto Giacometti.

Hombres que andan. Giacometti. Fundación Alberto Giacometti.

Como es costumbre, nuestro humanista, en este caso bien instalado (en 1506), trabajando como un forzado, en casa de Aldo Manuzio, sobre innumerables y preciosos manuscritos que los eruditos griegos asilados en Venecia habían salvado de la caída de Constantinopla, despliega todos sus conocimientos de sabiduría antigua.  Como resultado publica en 1508 en las imprentas del veneciano la famosa edición ”aldina”, que aumenta su glosas de los adagios hasta la cifra de 3260.

Erasmo trabaja entre sus escabeles y mesas llenas de manuscritos y el taller de los cajistas e impresores. Puede que él mismo, escribiendo y corrigiendo pruebas, día y noche, a la luz de candelas y lámparas de aceite, se sintiese directamente concernido por este proverbio.  En otro comentario, el que escribió sobre el adagio ”Herculei labores”, trabajos hercúleos, (adagio 2001) se referirá a su faena denodada.

En ambas glosas aplica a fondo su conocido método: citación de las fuentes, interpretación filológica, repaso de personajes históricos, consideraciones personales y alusiones a la actualidad política y social de su tiempo.

Entre los individuos famosos que a su juicio representan un ejemplo de acción sin la reflexión,  menciona a Alejandro Magno y a Sardanápalo, el primero por ser una especie de Aquiles, proclive a la violencia y al descontrol mental (praecipitem egerit impetus animi), y el segundo por su impulsiva mala leche (ferociam).

Por el contrario, citando a Aulo Gelio y a Macrobio, presenta a Octavio Augusto y a Tito Vespasiano  como ejemplos de una “maduración en las decisiones, acompañadas de una moderación vigilante y suave”

maturitas quaedam, ac moderatio simul ex vigilantia lenitudineque temperate

En definitiva, en su gobierno de los asuntos públicos, aquellos emperadores habrían aplicado ”la celeridad en la acción, unida a una diligente lentitud”

simul et industriae celeritas, et diligentiae tarditas 

Hasta el punto de que el emperador Tito Vespasiano tenía como emblema un delfín abrazo a un ancla. El delfín como símbolo de velocidad y vivacidad inteligentes, el ancla como símbolo de una sólida reflexión. Lo que le da pie a Erasmo, a partir de una erudita revisión de griegos y latinos, para hacer un estudio del delfín desde la perspectiva de la historia natural y de la iconología, además de un repaso al simbolismo del ancla.

Esta primera digresión, le sirve, como quien no quiere la cosa, para deslizarse a otra aún más larga en elogio del trabajo que, con intensa dedicación y apresurándose en la calma, realiza el editor e impresor Aldo Manuzio “el Romano”, el hombre que ha sabido

desenterrar lo que estaba oculto, devolver a la vida lo que había perecido, reparar lo mutilado, corregir lo que se había desfigurado de tantos modos, sobre todo por culpa de esos pésimos impresores para quienes vale más una moneda de oro que toda la literatura en su conjunto 

Precisamente, el ilustre empresario editor de Venecia, había adoptado como emblema el ancla y el delfín. Erasmo vuelve al comentario del adagio, justificando su extenso encomio del veneciano, al pensar “en todos los beneficios que este delfín (Aldo) nos promete, con tal de que Dios le favorezca y sostenga sus magníficos esfuerzos”. De hecho, entre 1488 y 1515, Aldo Manuzio imprimió ciento cincuenta y siete títulos, de enorme importancia para la constitución de la filología moderna. Trabajo que continuaron sus sucesores. Erasmo no exageraba.

El ancla y el delfín. Emblema de las ediciones aldinas. Fuente Summa Gallicana

El ancla y el delfín. Emblema de las ediciones aldinas. Fuente Summa Gallicana

Sobre el exceso y la baja calidad de lo que se publica

Cuando Erasmo está a punto de retornar al comentario del adagio propiamente dicho, se desencadena la más larga crítica que haya salido de su pluma contra el doble filo de la imprenta cuando está en manos de ineptos que entontecen al vulgo, facilitando la dominación de los déspotas. Estamos ya en 1526, en una actualización del texto inicial publicado en 1508. La imprenta no tiene aún un siglo.

Una buena parte del mal proviene de la licencia e impunidad de esas gentes. Llenan el mundo de libros, no sólo sobre futilidades –como quizás yo mismo he escrito- sino de obras ineptas, repletas de ignorancia, malintencionadas, escandalosas, rezumando rabia, impías, sediciosas, en tal cantidad que incluso las publicaciones de valor pierden su efecto benéfico. Algunas se lanzan al mercado sin título o, peor aún, bajo títulos ficticios 

Erasmo estaba hasta el moño del pirateo de sus obras.  Moraleja: con internet o sin ella, ciertas prácticas son tan viejas como la imprenta o, diría yo, la impostura es tan antigua como la escritura. Ya en el siglo XVI y con la imprenta todavía en su infancia, si se quería identificar la obra de calidad había que bracear en un mar de morralla y de fraude.  Nada nuevo bajo el sol.

Los tres sentidos del adagio

Como siempre, tras pedir excusas por sus divagaciones, Erasmo acaba por resumir en tres los sentidos del adagio.

1         La deliberación previa

Los asuntos, tras su deliberación, se dice que hay que tratarlos con rapidez, pero la deliberación tiene que haber sido lenta (Aristóteles, Ética)

Hay que empezar una iniciativa con lentitud, pero una vez emprendida hay que proseguirla con constancia (Diógenes Laercio)

Quien al principio se apresura más de lo razonable concluye la carrera demasiado tarde (Platón).

2         Las pasiones

Erasmo resume la postura de Platón y de Aristóteles sobre la supeditación de las pasiones  a la razón y sobre su papel esencial como impulsoras del espíritu. No olvida a Séneca y sus escritos sobre la ira, en los que aconseja que nos tomemos nuestro tiempo en vez de actuar bajo los efectos de la cólera.  No olvida a Plutarco cuando refiere que Augusto, antes de decidir en un momento de enfado, recorría mentalmente las letras del alfabeto esperando a que se le pasase.

3          La obra bien hecha

Hay que evitar la precipitación, pues ya los griegos decían que suele acarrear males y lo que se hace a trompicones conduce al error y a tener que arrepentirse , como recuerda un dicho atribuido a Catón:

Sat cito, si sat bene.

Lo hecho a tiempo, bien hecho está.

Y citando a Horacio (Odas, I, 12, 45-46):

Oculta crece como crece el árbol

la fama de Marcelo.

Crescit occulto velut arbor aevo

Fama Marcelli.

 

Luz de invierno. Backaplan. Foto R.Puig

Luz de invierno. Backaplan. Foto R.Puig

¿Correr o no correr? 

Todos los que pecan o por desidia o por sus impulsos inmoderados, harían bien en sacar del olvido esta máxima de Octavio César, “Festina lente”, que ya adoptaron como emblema Tito Vespasiano y Aldo, y en guardar en su memoria el ancla y el delfín.

En buena medida, como decía Antonio Machado, “al andar se hace camino”, que viene a ser lo mismo que dice el adagio. Andar no es correr sino que consiste en posar en tierra un pie detrás del otro y sosegadamente avanzar, céleres pero con calma.

Por gracia o por desgracia estas cosas se aprenden con el tiempo, es decir cuando  “al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.

Para no ponernos demasiado nostálgicos, recordemos lo que el potro le decía a la ardilla en aquella fabulilla de Tomás de Iriarte (con la que, en mi clase de primaria, el maestro pretendía animar a ser más tranquilos a los alumnos hiperactivos)

Tantas idas

y venidas,

tantas vueltas

y revueltas

(quiero, amiga,

que me diga),

¿son de alguna utilidad?

Hombre que anda. Giacometti. Fundacion Alberto Giacometti

Hombre que anda. Giacometti. Fundación Alberto Giacometti

No puedo competir con Iriarte. Pero, con la sensación de ser un homo bulla, “ingrávido y gentil como pompa de jabón”, finalizo con una modesta moraleja:

¿Prisa?

La necesaria.

¿Calma?

Lo más posible.

*

 Presurosos

pero lentos.

¡Bregamos!

En ello

se nos va la vida.

*

Sísifo

 andaba

 arriba y abajo

prisionero

de una piedra.

*

Nuestra carga

no la vemos:

 somos

los cautivos

de un oxímoron.

********

Fuente del texto latino: Les Adages d’Érasme, Les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), Lyon 2010, pp. 832-848.


Breverías erasmianas (XIII): “In aqua scribis”

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Emil Nolde. Barca en el lago. Acuarela. Nolde Stiftung Seebüll

Emil Nolde. Barca en el lago. Acuarela. Nolde Stiftung Seebüll

Para María

Por la San Silvestre todos filósofos, como en un funeral, el del año que acaba.  En los entierros todo el mundo suele esforzarse por decir algo profundo.  Pero si a los pocos días se ha de bautizar al retoño del muerto ¿quién no se revela sentencioso?

No obstante,  los vapores de la Navidad me han dejado fuera del combate metafísico. De modo que para cubrir mis carencias recurro de nuevo a los Adagios de Erasmo. Puede que sus proverbios operen como la yesca y saquen de mi cerebro alguna chispa.  Por otro lado, el adagio 356 transpira ese aire de escepticismo que requieren los tiempos. Aunque, ¿los hubo que no lo demandasen?

Escribes en el agua

(Adagio I iv 56)

La glosa se inicia con tres citas:

“Escribes en agua” es como decir que estás malgastando tu tiempo.

Lo expresa Luciano en “El tirano”:

“¿Acaso bromeas, Caronte? ¿No estarás, como se suele decir, escribiendo en el agua, al esperar de Micyllus algún óbolo?”

Platón, en el “Fedro”:

“¿No es así que al dedicarse a escribir estas cosas, con el cálamo siembra en agua negra?”

Algo parecido dice un verso de las “sentencias griegas”:

“El juramento de los perversos está inscrito en agua”

Como es fácil comprobar, las fuentes del adagio lo interpretan como una invitación a la desconfiar de promesas y de afirmaciones que parecen honestas y sesudas, pero, sobre todo, a no dar fe a las promesas de ciertos malvados (hominum improborum), pues, desde el mismo momento en que se formulan, ya se han disuelto en agua. Quien da crédito a las palabras de los hombres malvados, es como quien sembrase en las aguas del mar, como también comenta Erasmo en otro adagio, el 353: In aqua sementem facis.

In aqua scribis. Foto R.Puig.

In aqua scribis. Foto R.Puig.

Como en un torrente

La semana ha estado pasada por agua. Quizás por eso he traído a colación este adagio en vísperas de fin de año. Puede que por eso me pregunte qué dirían Platón o Menandro, dos de los citados en la glosa de Erasmo, si se les viniesen encima los millones de tuits que bogan por las ciberaguas y que, tan pronto como se han escrito, ya se están evaporando, ya son nube. ¿Qué pensarían de los innumerables blogueros que escribimos como atados al banco de una galera?

Esto de escribir en la Red se parece bastante a escribir en agua. Aunque lo hagamos como en un remanso, en la tranquilidad de la mañana o en el silencio de la noche, en realidad, nuestros mensajes no son barquitos de papel en un agua tranquila. Los estamos lanzando a una corriente que los arrastra. El mar de internet se está convirtiendo en una especie de metáfora de la vida. Como aquellos ríos que cantó Jorge Manrique, nuestros escritos, como signos en el agua, se irán más tarde o más temprano hacia la nada. A no ser que la web sea una red de pesca y nuestras palabras sean peces que lectores insomnes atraparán y cocinarán a su manera.

De todos modos, si el poeta se consolaba cantando a la memoria de su padre, a nosotros nos anima pensar que nuestros modestos pensamientos y nuestras imágenes, antes de disolverse, refrescarán quizás a quienes, por unos instantes, presten su atención a estas crónicas efímeras.

Remanso. Tecnica mixta.. R.Puig 2009

Remanso. Técnica mixta.Detalle. R.Puig 2009

El género del adagio

Cuando parece que la breve glosa está por terminar, Erasmo cita otra línea de interpretación de esta sentencia, aunque estima que corrompe (depravat) su sentido. Se trata de un sesgo que hoy se consideraría sexista. No en vano los proverbios como lo refranes tienen a menudo un matiz de género.

A ello apunta una advertencia de Catulo en sus poemas de amor:

Lo que una mujer diga al amante enardecido

En viento ha de escribirse y en agua impetuosa

Mulier cupido quod dicit amanti,

In vento  et rapida scribere oportet aqua

Fuente: Les Adages d’Érasme, Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp 371-373

Puestos a favorecer la paridad, podríamos formularlo también del siguiente modo:

Vir cupida quod dicit amanti

In vento et rápida scribere oportet aqua

o sea:

Lo que un varón diga a su amante enardecida

En viento ha de escribirse y en agua impetuosa

Pero no enmendemos la plana al poeta latino. Al fin y al cabo, Catulo no sabía que ya entonces estaba escribiendo para internet. Además, tendríamos que expurgar cientos de refranes castellanos que también contienen algunas perlas, por sólo referirme a las acuáticas:

Fe de gente de enaguas escrita está en el agua

Agua coge con red el que confía en palabra de mujer

Ni en la mujer confiar ni en las olas del mar

Fuente: Refranero General Ideológico Español, compilado por Luis Martínez Kleiser, Madrid, Real Academia Española, 1953 (reedición en facsímil, Madrid, Ed.Hernando, 1989)

Pero ya no los reescribo, pues mis lectores podrán hacerlo fácilmente. Por otro lado, en este terreno del sexo o, como decimos hoy, del género, el refranero está en nuestras cabezas. Es ahí donde queda mucho por hacer.

Al fin y al cabo, las palabras se las lleva el viento y lo que escribimos lo escribimos en el agua. En cambio, los estereotipos flotan.

In aqua scribis. Foto R.Puig

In aqua scribis. Foto R.Puig



Al hilo de unos versos de Théophile de Viau

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El marinero a la fortuna. Anonimo holandes s.XVII

El marinero a la fortuna. Anónimo holandés s.XVII

Estaba hace unos días hojeando un viejo carnet de notas y di con un texto que traduje hace ya casi doce años. Son versos de un poeta barroco francés, Théophile de Viau (1590 –1626), puede que el más leído en Francia durante el primer tercio del siglo XVII, coetáneo de nuestros Góngora y Quevedo, aunque por desgracia menos longevo.

Ya que en las anteriores crónicas he tratado mucho del mar, del viento, del cielo, de los pescadores y de la luna, pensé en reproducirlo aquí.

Los versos que me motivaron y que hoy comparto rezan así:

Les zéphirs se donnent aux flots,

Les flots se donnent à la lune,

Les navires aux matelots,

Les matelots à la fortune

El viento se da a las olas,

Las olas se dan a la luna,

Los barcos al marinero,

El marinero a la fortuna

Son un fragmento de la Oda al marqués de Buckingham, en la que subyace la filosofía de la naturaleza, una especie de determinismo deísta, de Théophile de Viau.

Continua del siguiente modo:

Tout ce que l’univers  conçoit

Nous apporte ce qu’il reçoit

Cuanto el universo concibe

Nos aporta lo que recibe

Théophile de Viau. Grabado de 1677

Théophile de Viau. Grabado de 1677

Théophile de Viau  tenía el don de traducir sus sentimientos con imágenes del mundo natural y del paisaje. Tanto es así que, no obstante ser un poeta barroco, fue considerado por algunos románticos como su antecesor. En realidad anticipó la modernidad con su poesía y su vida libre. De esta oda  fluye un corolario que el poeta deja que su lector deduzca: si en los varios reinos de la naturaleza, los entes y los seres reciben para, a su vez, dar a otros; si las abejas, las rocas, los campos, los árboles y hasta los desiertos más estériles reciben para dar ¿cuál será el objeto de la vida humana y cuál la finalidad del amor?

Víctima de la homofobia

El poeta murió joven tras años de persecución y de reclusión.  No supo cuidarse  del odio contra los libertinos de los clérigos y de los moralistas de su tiempo. No contó con el arma de los milenarios libros sagrados y con un jesuita, el abate Gossaret (1585-1931), que fue su más empedernido lector, no por amor de la poesía, sino por su ímpetu de inquisidor.

Aquel censor concienzudo dedicó interminables horas a escudriñar morbosamente los poemas de Teófilo (nombre que significa “el amante de Dios”), obsesionado por demostrar que el poeta ensalzaba no sólo la libertad de las costumbres amorosas, sino, mucho peor, la nefanda sodomía.

Finalmente aquel abate, que gozó de sonora y efímera fama en su tiempo (1622 a 1625) como incansable querellante y perseguidor de ateos y libertinos, cayó en desgracia ante el cardenal Richelieu y Luis XIII y perdió en consecuencia el apoyo de sus superiores que, en verdad, ya estaban preocupados por sus desvaríos, pues había publicado sin permiso una Suma Teológica en la que, sintiéndose otro Tomás de Aquino, explicaba los dogmas con metáforas. Por ejemplo, el misterio de la Encarnación se elucidaba con una analogía ecuestre. El provincial de los jesuitas lo desterró a Poitiers, a cuidar apestados, y allí murió en 1631. Hoy nadie lo recuerda, salvo los eruditos, mientras el poeta sigue editándose.

Teologo segun Holbein. Margen del Elogio de la locura de Erasmo

Teólogo según Holbein. Margen del Elogio de la locura de Erasmo

Lo malo es que el padre Gossaret había antes conseguido que Téophile de Viau, poeta, dramaturgo y tratadista, fuese procesado como supuesto apologista de la homosexualidad (de la sodomía en términos de entonces) por el Parlamento de París, condenado a caminar descalzo frente a la catedral de Notre Dame y a morir allí mismo en la hoguera. Como no se dejó atrapar, lo quemaron en efigie el día 18 de agosto de 1623.

En setiembre del mismo año lo capturaron cerca de la frontera con Flandes y lo mantuvieron en un calabozo durante dos años. Su cautividad fue fatal para su salud. Murió joven, en 1626, probablemente de tuberculosis Precisamente él, que había dado a los jóvenes el siguiente consejo:

Jóvenes, mientras la edad os lo permita, gozad como yo de la vida y que todos los días de vuestra primavera, gobernados por la mano de seda del amor, os preparen un agradable otoño, de modo que un delicioso recordar os devuelva los placeres pasados y os ayude a soportar el peso de la fastidiosa vejez.

(extracto de “Larissa”)

Al tipo de censores intolerantes e hipócritas que le perseguían aluden seguramente otros versos del poeta, escritos en prisión:

Certains critiques curieux

En trouvent les mœurs offensées,

Mais leurs soupçons injurieux

Sont les crimes de leurs pensées.

Le dessein de la chasteté

Prend une honnête liberté

Et franchit les sottes limites

Que prescrivent les imposteurs

Qui, sous des robes de docteurs,

Ont des âmes de sodomites.

Le Ciel nous donne la beauté

Pour une marque de sa grâce :

C’est par où sa divinité

Marque toujours un peu sa trace.

Tous les objets les mieux formés

Doivent être les mieux aimés,

Si ce n’est qu’une âme maligne,

Esclave d’un corps vicieux,

Combatte les faveurs des cieux

Et démente son origine.

Ciertos críticos curiosos

Dicen las costumbres ofendidas,

Pero sus sospechas injuriosas

Son sus pensares malévolos.

Desea la castidad

Darse honesta libertad

Y desborda estultos límites

Prescritos por impostores

Que, bajo capa de doctores,

Ocultan almas sodomitas.

El Cielo nos da la belleza

Como marca de su gracia:

Siempre la divinidad en ella

Imprime un poco su huella.

Todos los objetos bien formados

Están para ser más amados,

Salvo que un alma maligna,

Esclava de un cuerpo corrompido,

Combata el favor de los cielos

Y reniegue de su origen.

Oda IV de “La maison de Sylvie”

Inquisidores segun Holbein. Margen del Elogio de la locura de Erasmo

Inquisidores según Holbein. Margen del Elogio de la locura de Erasmo

La homofobia de hoy

Hoy en día, el odio a las personas homosexuales sigue tan vivo o más que en el siglo XVII. Las leyes y las prácticas homofóbicas son de triste actualidad en la Rusia de Putin o en la Uganda de Museveni (en este caso importadas por misioneros evangelistas norteamericanos).

Vladimir Putin. Foto ALEXEI NIKOLSKY/AFP/Getty Images

Vladimir Putin. Foto Alexei Nikolsky/AFP/Getty Images. Publicado en la Gazzeta DF.

El presidente de Ugana Yoweri Kaguta Museveni. Wikipedia

El presidente de Ugana Yoweri Kaguta Museveni. Wikipedia

Variante de lo mismo, aunque no digan su nombre, son en Francia las campañas contra el matrimonio de parejas del mismo sexo. Los fundamentalistas de raíz bíblica o islámica que incitan a la persecución de los homosexuales y lesbianas en África, en Asia, Oriente Medio o América, la marginación y penalización de la homosexualidad en Rusia o los absurdos intentos de discriminar a las parejas homosexuales por motivos de “libertad religiosa” de los comerciantes de Arizona, forman parte de la ideología y los prejuicios  atávicos de quienes propugnan una moral basada en preceptos vetustos, supuestamente revelados por la divinidad, que pretenden monopolizar “la ley natural” y quieren someter a los demás a sus propias leyendas y creencias.

Sólo hemos citado los más recientes ejemplos de aquellos estados donde ser gay o lesbiana es un delito que puede llevar aparejada incluso la pena de muerte como es el caso de Irán, Mauritania, Arabia Saudita, Sudán y Yemen:

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/12/131211_india_homosexualidad_global_am.shtml

Anclada en temores y prejuicios ancestrales, la plaga de la homofobia, cuando parece batirse en retirada en algunos países, renace sin cesar en otros, como las cabezas de la mítica hidra de Lerna.

Hidra de Lerna. Del blog Mitologia en el arte.

Hidra de Lerna. Del blog Mitologíaa en el arte.

Sobre esa ola de terror y odios surfean no pocos clérigos y políticos, mientras muchos se valen de ella para sus ajustes de cuentas y linchamientos.

Contra el invierno

Acabaré con otros versos de Théophile de Viau, que traducen lo que muchos de mis amigos y lectores de España y de Europa, así como de Norteamérica y otros países del hemisferio norte han probablemente sentido durante los meses de este invierno inclemente que ya toca a su fin (*)

Invierno. Esaias van de Velde

Invierno. Esaias van de Velde

Se trata de la primera estrofa de una de sus odas:

Contre l’hiver

Plein de colère et de raison

Contre toi, barbare saison,

Je prepare une rude guerre,

Malgré les lois de l’univers,

Qui de la glace des hivers

Chassent les flammes du tonnerre,

Aujourd’hui l’ire de mes vers

Des foudres contre toi desserre.

….

Rebosante de cólera y razón

Contra ti, bárbara estación,

Preparo una ruda guerra

Pese a las leyes del universo,

Que de los hielo invernales

Expulsan los fulgores del trueno,

Hoy la ira de mis versos

Contra ti desata rayos.

…..

Ojalá que el calor de la poesía y la palabra acaben por desterrar de nuestro mundo la helada crueldad de esas ideologías, fanatismos y fundamentalismo, que condenan a un bárbaro invierno irracional a millones de personas.

———-

(*) Además, les deseo a mis amigos de Bolivia que hayan parado las lluvias que han causado este año tantos desastres, en particular en el Beni y en Rurrenabaque, donde han estado sin agua potable y sin electricidad durante largas semanas. Ojalá recuperen pronto la vida normal.

++++++

NB: las traducciones del francés al castellano son del autor del blog


Breverías erasmianas (XIV): “Nosce tempus”

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Los cormoranes saben cuando hay que migrar. Foto R.Puig

Los cormoranes saben cuándo hay que migrar. Foto R.Puig

 

No sé si porque el nuevo imperio ruso se ha propuesto conmemorar los cien años de la Gran Guerra amagando con otro episodio nacionalista en las tierras de Crimea -sí, en aquella península en la que hace 160 años el inoportuno Lord Cardigan sacrificó para nada a nueve regimientos de caballería ingleses, escoceses e irlandeses (la carga de la brigada ligera)- o por la actualidad de tantos errores y desmanes, incesantemente repetidos, de los que habrá que arrepentirse luego, o por tantas ocasiones de hacer mejor las cosas que dejamos ir, pero el caso es que ha caído en mis manos otro adagio de Erasmo que no he querido dejar escapar.

Así que, agarrándolo por la cabellera, hablaremos de ese Nosce tempus que nos viene hoy al pelo.

 

Reconoce el momento oportuno

Adagio I vii 70

Este proverbio de origen griego fue popular, como comenta Erasmo, pues era uno de los dichos de los Siete Sabios de Grecia. Con el tiempo también ha encontrado su acomodo, en formas diversas, en nuestro refranero (e.g.: “cada cosa a su tiempo” o “a la ocasión la pintan calva”).

La verdad es que la extemporaneidad tanto colectiva como individual ha sido siempre una de las características de la conducta de los seres humanos. Lo que ha cambiado, por ejemplo, es la superabundancia informativa que nos abruma y pone de manifiesto cada día la tozuda  inoportunidad de los poderes públicos y de las naciones, así como la facilidad con que los individuos apretamos una tecla a la primera ocasión o tiramos de micrófono, para tener que arrepentirnos mañana.

Erasmo lo constataba ya con meridiana claridad:

Tantam vim habet opportunitas, ut ex honesto inhonestum, ex damno lucrum, ex voluptate molestiam, ex beneficio maleficium faciat et contra breviterque rerum omnium naturam permutet

Tanta fuerza tiene la Oportunidad, que puede convertir algo honorable en deshonor, la pérdida en ganancia, el placer en fastidio y el favor en perjuicio, o viceversa, y cambiar rápidamente la naturaleza de todas las cosas

Como es su costumbre, nuestro humanista pasa revista a una serie de autores clásicos, confirmando así la antigüedad y el sentido del adagio.

Nos recuerda que Teócrito, el poeta de los Idilios campestres aludía a lo mismo cuando afirmaba que “hay cosas que se hacen en verano y otras en invierno”. Algo que saben bien los agricultores, pero que parece ignorar Vladimir Putin cuando se pone a recuperar Crimea para Rusia con el mejor estilo decimonónico, en pleno siglo XXI. Aunque ahora manda a sus soldados de riguroso incógnito para que no se diga que el nuevo Zar de todas las Rusias no es un innovador de la gloriosa estrategia militar.

Pero, volviendo a las sentencias griegas, así traduce Erasmo una de ellas al latín:

Vel maxima est pusilla res loco data

Lo pequeño  se hace grande cuando llega la estación

Maxima est pusilla. Foto R.Puig

Maxima est pusilla. Foto R.Puig

En definitiva, como enseña la naturaleza, hay que saber actuar cuando las circunstancias han madurado.

Pero hay ocasiones en que, sin embargo, atarse la manta a la cabeza puede ser conveniente, como recuerda Horacio:

Dulce est desipere in loco

Dulce es la locura a su debido tiempo

Representaciones de la diosa Ocasión

Fronte capillata, post haec Occasio calva

In occasionem (1591). Emblem Project. U.Glasgow

In occasionem. Andrea Alciato,  (Ed. 1591). Fuente: Emblem Project. U.Glasgow

Dice el refrán que a la Ocasión la pintan calva, pero no del todo, como bien recuerda Erasmo:

la parte frontal de su cabeza poblada de espesa cabellera, la posterior calva, de modo que se la pueda aferrar fácilmente por delante, pero que sea imposible hacerlo desde atrás

Lo refleja gráficamente Andrea Alciato (1492-1550), que en su obra de los Emblemas siempre la representó con una larga cabellera al viento en su frente y calva en la parte posterior de la cabeza, los pies alados sobre una inestable rueda de la fortuna que navega sobre las olas y blandiendo un agudo cuchillo de dos filos.

….

(Nota Bene: todas las imágenes de los emblemas de Alciato las he tomado del proyecto “Emblem” de la Universidad de Glasgow, en el que colaboran, con sus diversas ediciones de la obra, bibliotecas y universidades de toda Europa y algunas americanas:  http://www.emblems.arts.gla.ac.uk/. La fuente latina del adagio de Erasmo es: Les Adages d’Érasme, Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp. 609-612)

Un diálogo en verso

Andrea Alciato. In occasionem Facsimil. Edición de París. 1540. Biblioteca U.Toronto

Andrea Alciato. In occasionem Facsimil. Edición de París. 1540. Biblioteca U.Toronto

Para su emblema In occasionem Alciato copió el epigrama de Posídipo (siglo III a.C.) de la traducción de Erasmo al latín. En sus versos el poeta griego atribuye a Lisipo (370-318 a.C.) la escultura que representa la deidad Ocasión, tal como a partir de entonces se acostumbró a representar.

El epigrama es un diálogo que Ocasión establece, respondiendo a las preguntas de un forastero, y que acaba con una advertencia que la misma le hace:

Cuando corriendo sobre mis pies alados he adelantado a un hombre, nunca, por mucho que él lo ansíe, me alcanzará por detrás. Es este el motivo, extranjero, de que el artista así me hiciera y me colocase en su atrio, para serviros de aviso a ti y tus compañeros.

Finalmente, según otro epigrama del poeta Ausonio, la diosa afirma:

Sum dea, quae facti non factique exigo poenas,

Nempe ut poeniteat, sic Metanoea vocor

In occasionem. Emblema de Andrea Alciato (1536).Emblem Project. U.Glasgow

In occasionem. Emblema de Andrea Alciato (Ed.1536).Emblem Project. U.Glasgow

Soy la diosa que exige castigo, tanto por lo hecho como por lo no hecho,

Y que no falte la contrición, pues me llamo Arrepentimiento.

El epigrama acaba con una ironía del gusto de Erasmo. Ocasión se dirige al preguntón y le señala mordaz:

Tu quoque dum rogitas, dum percontando moraris,

Elapsam dices me tibi de manibus

Tú mismo, mientras preguntas e inquiriendo te demoras,

Dejas que de tus manos yo me escurra.

Así que, sintiéndome amenazado por esta cruel deidad, por hoy dejaremos aquí el tema, pues me temo que he perdido la ocasión de hacer casi todo lo que tenía que hacer.

Si la diosa Ocasión lo ve me voy a arrepentir de haberme extendido tanto.

Pero, me olvidaba de introducir una opinión personal en este debate. A mí me parece que sólo los niños escapan a la regla y que hagan lo que hagan nunca son inoportunos. Sólo empezamos a ser extemporáneos de verdad cuando salimos de la infancia

¿O no?

La infancia tiene derecho a la inoportunidad. Foto R.Puig

La infancia tiene derecho a la inoportunidad. Foto R.Puig


Sobre la crisis y la “crisología” en Edgar Morin (con dibujos del joven Picasso)

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Picasso. Hombre con un saco. Barcelona o Paris 1902. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso. Hombre con un saco. Barcelona o Paris 1902. Museo Picasso de Barcelona.

A lo largo de las mudanzas de la vida, en sentido geográfico (con camión o camioneta) y también mental, la biblioteca y los archivos se aligeran, se donan libros y se tiran kilos de documentos, aunque sea para volver a sustituirlos por otros. Hay libros y publicaciones que abandonamos por el camino y otros que almacenamos por la pura nostalgia de nuestros debates juveniles.

Reencuentro con unas reflexiones sobre las crisis

Rebuscando por vicio en una de las hileras posteriores de mis estanterías, encontré un libro y dos artículos de Edgar Morin (París 1921). Fueron escritos cuando todavía no era el oráculo venerable que es ahora, sino el semiólogo que en los años 60 y 70 diseccionaba con asiduidad las crisis del siglo XX. Algunas que a los estudiantes de entonces se nos antojaron románticas.

Ya que llevamos años metidos en una crisis tras otra e inmersos ahora en la madre de todas las crisis, sin que ni España ni Europa acaben de levantar cabeza, me ha dado por releer aquellos papeles.

Antes de los gloriosos 60, cuando Morin ya estaba abandonando el partido comunista (1951),  en su libro L’Homme et la Mort dedicaba el penúltimo capítulo a la “crisis de la muerte” en su “relación con la crisis contemporánea”. Lo que trataba en realidad en ese capítulo era la crisis de la filosofía occidental ante la muerte, desde Kierkegaard a Sartre, pasando por Marx, Nietzsche y Heidegger. Afirmaba que “la crisis del individuo se desenvuelve ante la muerte en un clima de angustias y neurosis”… “amputando lo humano de sus significaciones culturales”.

La “crisis del siglo” era para Morin entonces “un síntoma de la decadencia de la civilización burguesa”.

 

Picasso. Caballo amarrado al carro. Barcelona circa 1898. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso. Caballo amarrado al carro. Barcelona circa 1898. Museo Picasso de Barcelona.

Pero su verdadera pasión analítica por otras crisis, las que se manifiestan en la calle, comenzó, según él mismo declaraba en julio de 1968, dos meses después de aquel famoso mayo que dejó en ridículo a no pocos mandarines del pensamiento, pero no a Morin, que era profesor en Nanterre y escribía sus crónicas cotidianas de aquel movimiento, en caliente y en las páginas de Le Monde.

Durante los primeros días calificó la revuelta como “comuna estudiantil”,  luego como “revolución sin rostro”, para acabar por caracterizarla (semiología y análisis estructural obligaban) como “pieza clásica en dos actos”, “revolución simulada” y “crisis teatral”.  Así lo resume en un artículo titulado “Para una sociología de la crisis” (Pour une sociologie de la crise, Communications, Paris. Eds. Du Seuil, n° 12/1968) que empezaba mostrando como el “mayo francés” había dejado en paños menores a la sociología académica.

Pero un prestigioso investigador del CNRS no podía dejar en mal lugar al prestigio revolucionario de los franceses, así que concluía así:

La revuelta estudiantil internacional, de la que la Comuna estudiantil francesa fue una destacada eflorescencia, y la huelga festiva libertario-reivindicativa francesa, a la que sirvió de detonador la revuelta estudiantil internacional, nos enuncia en su mensaje una parte del enigma que la esfinge del siglo XX nos plantea.

Por entonces el sociólogo del CNRS, que evolucionaría radicalmente tras su año de investigación en California entre 1969 y 1970, no hacía ninguna mención de las revueltas de Berkeley, bastante anteriores, que tuvieron mayores consecuencias para los derechos civiles en los Estados Unidos que los que tuvo mayo 1968 en Francia.

Sin embargo, años más tarde seguía empeñado no en explicar la crisis de mayo del 68 (si la hubo) sino en codificar los mensajes de la esfinge sistematizando una teoría de las crisis.

Picasso. Caballo acuchillado. Barcelona 1917. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso. Caballo acuchillado. Barcelona 1917. Museo Picasso de Barcelona.

Elementos de crisología

Llego aquí al segundo artículo de Edgar Morin que he desempolvado.

Corre el año 76 y el sociólogo es un pensador sistémico embarcado en los trabajos de su Método para el desarrollo del pensamiento complejo. El nº 25 de Communications , que él mismo dirige, está totalmente dedicado a la noción de crisis y concluye con un largo artículo suyo titulado “Pour une crisologie” que comienza así:

La noción de crisis se ha extendido en el siglo XX por todos los horizontes de la conciencia contemporánea. No hay tema o problema en el que no ronde la idea de crisis: el capitalismo, la sociedad, la pareja, la familia, los valores, la juventud, la ciencia, el derecho, la civilización, la humanidad…

No se puede considerar el campo antropo-socio-histórico como un territorio cerrado. Al contrario, y es aquí donde vengo a lo que desde mi punto de vista es el principio de partida de toda crisología: no se puede elaborar una teoría de las crisis sociales, históricas, antropológicas, si no se tiene una teoría de la sociedad que sea a la vez sistémica, cibernética y bio-neguentrópica

…para concebir la crisis, para ir más allá de la idea de perturbación, prueba, ruptura de equilibrio, hay que concebir la sociedad como un sistema capaz de tener crisis, es decir que hay que establecer tres órdenes de principios, el primero sistémico, el segundo cibernético, el tercero neguentrópico, sin lo cual la teoría de la sociedad es insuficiente y la noción de crisis inconcebible.

 

Picasso. Boceto de figura para la decoracion de una chimenea. Barcelona 1903. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso. Boceto de figura para la decoracion de una chimenea. Barcelona 1903. Museo Picasso de Barcelona.

La verdad es que, por entonces, cuando Edgar Morin comenzaba un artículo de 15 páginas en cuerpo 10 había que preparar las neuronas para una crisis de insomnio. El pensador, que ahora tiene noventa y tres años, publica desde hace unos años unas obras mucho más trasparentes que entonces (por ejemplo la transcripción de sus conferencias sobre “Cultura y barbarie europeas”). Pero con cincuenta y cinco comenzaba a practicar el pensamiento complejo de forma complicada.

I

El primer elemento de su propuesta de crisología es el sistémico, y se resume en su frase:

las complementaridades sistémicas son indisociables de los antagonismos

Lo que, en nuestras crisis actuales, donde fluctuamos entre la indignación y la depresión morales, podríamos traducir al nivel político diciendo que la democracia es indisociable del conflicto.

II

El segundo elemento se refiere a lo que denomina  “los antagonismos organizacionales”.

Cuando se consideran los sistemas de complejidad cibernética, es decir los que comportan retroacciones reguladoras, como la máquina, la célula y la sociedad, se constata que la organización en sí misma suscita y utiliza comportamientos y efectos antagónicos provenientes de ciertos elementos que la constituyen. Es decir que también hay un antagonismo organizacional / anti-organizacional.

Dice Morin que las retroalimentaciones positivas (pone el ejemplo del crecimiento económico en las sociedades socio-históricas) ejercen de reguladores sociales atenuando las tensiones, pero suscitan necesidades nuevas creando nuevas tensiones y resucitando las antiguas. Ello conduce a nuevos conflictos ecológicos, energéticos, etc.

Cuanto más rica es la complejidad viviente, más movediza e inestable es la relación antagonismo/complementaridad y más acarrea fenómenos de “crisis”, que al transformar las diferencias en oposición son desorganizadoras y, por ello, pueden suscitar reorganizaciones evolutivas

En nuestras crisis actuales, donde fluctuamos entre la indignación y la depresión morales, podríamos traducir eso al nivel político diciendo que para que la democracia progrese es necesario que las diferencias no se sofoquen sino que se manifiesten 

III

Desde ahí Morin nos lleva hacia el tercer elemento de su teoría, en el cual

el problema central es el de la reorganización permanente, en sí misma vinculada a la desorganización permanente, es decir a la necesaria presencia, a la vez vital y mortal (por tanto compleja) del desorden en las sociedades neguentrópicas

Así se revela el tercer nivel de complejidad que no solamente nutre sino que permite la emergencia del concepto de crisis

De nuevo, en nuestras crisis actuales, donde fluctuamos entre la indignación y la depresión morales, podríamos traducirlo al nivel político diciendo que para lidiar con nuestros desarreglos la democracia ha de integrarlos recurriendo al instinto de adaptación de los individuos,  a las  reglas socio-culturales y a las normas y saberes, así como al saber-hacer, de nuestras sociedades

NB: la neguentropía (que tiende a la organización) es opuesta a la entropía (que tiene a la desorganización)

 

Al final nos vamos aclarando

Hasta aquí los fundamentos del largo artículo.

¿Pero no nos prometía el autor esclarecer los componentes del concepto de crisis?

Pues sí, y son nada menos que diez en total:

1        La idea de perturbación

2        El aumento de los desórdenes y las incertitudes

3        El bloqueo (parálisis y rigidificación) versus el desbloqueo institucionales:

  • Desbloqueo de feed-back positivos  o sea el surgimiento de formas nuevas a partir de las desviaciones
  • Desbloqueo en modo de transformación de las complementaridades en concurrencias y antagonismos entre individuos, grupos y clases
  • Desbloqueo en modo de aumento y manifestaciones de caracteres polémicos y conflictos
  • Multiplicación de los dobles-condicionantes (double-bind)  para las instituciones, los individuos y los grupos, atrapados en situaciones de impasse, donde hagan lo que hagan se enfrentan a decisiones de doble filo

4       La movilización de las investigaciones y búsquedas creativas alternativas

5       Las soluciones míticas e imaginarias mediante, por ejemplo, identificación y estigmatización de “los culpables” o desencadenamiento de esperanzas radicales o incluso mesiánicas

6       La combinación y la interacción dialéctica entre todos los procesos y fenómenos mencionados

 

Picasso Desbandada. Barcelona 1896. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso Desbandada. Barcelona 1896. Museo Picasso de Barcelona.

 

La crisis como oportunidad

Este enunciado no es de Morin sino mío, pero creo que sintetiza lo que viene a decir al final sobre las posibles desembocaduras de la crisis.

1    Acción:

En situación normal, el predominio de los determinismos y las regularidades sólo permite actuar dentro de márgenes extremadamente estrechos y en el mismo sentido de esos determinismos y regularidades

con el riesgo de que en situaciones del “todo o nada” la acción de

un número muy restringido de individuos, incluso un solo individuo (alea jacta est) pueda acarrear consecuencias irreversibles e incalculables que afecten a todo el proceso

2    Cambio: progresiones /regresiones

Ante la tesitura de la crisis, incluso las sociedades que se consideran incombustibles pueden regresar a un statu quo precedente o asistir a una desintegración parcial de sus estructuras principales, pero pueden también y sobre todo progresar:

Regresividad: el sistema pierde en complejidad y en flexibilidad, lo que se manifiesta a menudo por la pérdida de las cualidades más ricas, de las libertades, que son por otro lado los caracteres  más frágiles y más recientes, y por la consolidación de las estructuras más primitivas o rígidas

Progresividad: el sistema adquiere cualidades y propiedades nuevas, es decir una complejidad mayor

Aunque en las sociedades históricas es frecuente que una crisis encuentre una solución que puede ser tanto progresiva como regresiva según los niveles, es decir que a los progresos económicos pueden corresponder regresiones políticas y viceversa

3    Teoría de la crisis y teoría de la evolución

La crisis es un microcosmos de la evolución. Es una especie de laboratorio para estudiar algo así como in vitro los procesos evolutivos

Aunque creo que, puesto que la normalidad debería ser también compleja y difícilmente se darían períodos en los que todos los niveles fueran normales objetivamente, tendremos que interpretar que la normalidad que Morin menciona a continuación es el fruto de una subjetividad colectiva de estabilidad a todos los niveles:

Hace falta un antes y un después más o menos “normales”: la crisis stricto sensu se define siempre por una relación con períodos de estabilidad relativa

 

¿Hacia una crisología?

Picasso. La comida frugal. Grabado.Paris 1904. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso. La comida frugal. Grabado.Paris 1904. Museo Picasso de Barcelona.

Edgar Morin encabezaba su artículo de 1976 proponiéndose desbrozar el camino hacia una teoría de la crisis. Los elementos que ha propuesto eran una buena armazón y al lector de hoy corresponde juzgar si lo son todavía. A mi modo de ver siguen siendo válidos, aunque los tiempos que hemos vivido desde entonces seguramente nos apuntan otros.

Los cinco párrafos finales son una buena motivación para no bajar los brazos. En ellos concluye diciendo que, en resumidas cuentas, aunque el término crisis sea a menudo el cajón de sastre cómodo que oculta la complejidad, se podría convertir en un macro-concepto rico y complejo si se lo considera  (Marx y Freud combinados) como:

- un revelador de las latencias sociales e individuales y de las capacidades de supervivencia y trasformación de la organización social,

- y un efector, un motor de arranque de todo lo que puede aportar cambio, transformación y evolución.

Propone que pongamos en crisis el concepto de crisis, para que el término adquiera una virtud explicativa y, para ello propugna que

el concepto de crisis sea el comienzo de la teoría de la crisis

De este modo el semiólogo, sistémico y más bien prolijo de los años 70 evoluciona a lo largo de este texto hacia esa claridad explicativa de sus trabajos recientes.

¿Sirvieron o servirán esas ideas para sacar algo bueno de esta crisis? ¿Se me escapan otros trabajos de Edgar Morin que desconozco? ¿Hay ya alguna teoría de la crisis que esté sirviendo a salir de ella?

Yo no lo sé, pero espero que lo veamos

Picasso. Caballo enjaezado. Barcelona circa 1898. Museo Picasso de Barcelona.

Picasso. Caballo enjaezado. Barcelona circa 1898. Museo Picasso de Barcelona.

 ……

Fuente de los dibujos de Picasso:  Cirlot, Juan-Eduardo, Birth of a genius, London, Paul Elek Ltd., 1972

Epílogo 

En mi noche de insomnio junto a los textos de Edgar Morin he acabado poniéndome demasiado sesudo. Esta mañana releyendo lo que publiqué a altas horas de la noche, he pensado que les debo a mis seguidores una compensación, así que he recurrido a mis tebeos de infancia (guardo todavía una vieja antología) y ya que estamos en crisis, acabo con una imagen de aquella gloriosa época de la autarquía que nos trajo la Cruzada.

Carpanta en crisis

Carpanta en crisis. Viñeta de Josep Escobar

 

Para los que no han sido niños españoles de la posguerra, quizás convenga añadir un poco de documentación:

http://www.lecturalia.com/blog/2011/01/01/carpanta-el-tebeo-de-la-posguerra-falta-revisar/

¿Eran tiempos de crisis? A Fraga Iribarne le parecería que no, pero si no lo era desde luego se le parecía mucho.Lo que ocurría es que mandaban los mesiánicos.


Reflexiones de cuando Europa estaba en ruinas (en vísperas de la elecciones europeas)

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Muspelheim. Acrílico y óleo sobre tela. Ramón Puig 2014

Muspelheim. Acrílico y óleo sobre tela. Ramón Puig 2014

 

En vísperas de las elecciones al Parlamento Europeo, cansado de leer, salvo honrosas excepciones, declaraciones de candidatos partidistas, de bajos vuelos y cortos de vista, he rescatado un viejo libro de mi biblioteca:

Rencontres Internationales de Genève, “L’Esprit Européen”, Neuchatel, Éditions de la Baconnière, 1947.

L'Esprit Européen. Foto R.Puig.

L’Esprit Européen. Foto R.Puig.

 

El libro transcribe las conferencias y las discusiones de un grupo de intelectuales, convocados gracias a una iniciativa de Marcel Raymond en 1946, para los Primeros Encuentros Internacionales de Ginebra.

Marcel Raymond

Marcel Raymond

Las conferencias, pronunciadas entre el 2 y el 14 de setiembre de 1946 por los ponentes en negrita, dieron lugar a vivas intervenciones, en su mayoría de un gran nivel de pensamiento y expresión.

Intervinieron Jean AMROUCHE, Ernest ANSERMET, Robert ARON, Antony BABEL, BALDACCI, Julien BENDA, Georges BERNANOS, François BONDY, Umberto CAMPAGNOLO, René DOVAZ, Maurice DRUON,  Francesco FLORA, Max-Pol FOUCHET, René GILLOUIN, Antoine GOLÉA, GOLDMAN,  Jean GUÉHENNO, Jeanne HERSCH, Karl JASPERS, Jean LESCURE, Georg LUKACS, Victor MARTIN, Dr MAYER, Maurice MERLEAU-PONTY,  Fernand MICHAËLIS, MÜLLER, André OLTRAMARE, Marcel RAYMOND, REININCK,  Denis de ROUGEMONT, André ROUSSEAUX, Jean Rudolf von SALIS, von SCHENK,  Reneé SCHIDLOF, Wladimir SOKOLINE, Stephen SPENDER, Jean STAROBINSKI, VIGORELLI,  Jean WAHL y Henri de ZIÉGLER

La de arriba es la lista completa de quienes tomaron la palabra, incluso de aquellas personas del público que lo hicieron sin que a veces nos haya quedado su nombre propio.

Cuando Europa estaba en ruinas

Apenas había transcurrido un año desde el final de la II Guerra Mundial y Europa se encontraba en plena depresión moral, económica y material. En aquellas conversaciones de Ginebra se debatía el futuro de un continente en carne viva, de una civilización arrasada por la barbarie nacida en su propio seno.

Cuando estamos a punto de votar a nuestros representantes en el Parlamento Europeo y a proponer un candidato para presidir la Comisión Europea y las voces de las casandras de hoy se oyen por toda Europa, más que citar lo que la propaganda electoral nos dice, he creído honrar mejor esta ocasión con algunas citas de lo que una serie de intelectuales de diversas disciplinas y países pensaban y trataban de formular sobre el “espíritu europeo” y las vías para su supervivencia tras aquella tragedia inmensa.

Quizás alguien se pregunte por qué no estaba allí José Ortega y Gasset. No estaba porque, aunque se le había invitado a ser uno de los ponentes, el gobierno de Franco no le había permitido salir de España. Curiosamente, sí que estaba entre el público Wladimir Sokoline, uno de los consejeros de la embajada de la URSS en Madrid durante la Guerra Civil Española. Consiguió tomar la palabra, como el único ruso de la reunión, durante el quinto coloquio para hacer una sutil apología del régimen estalinista y defenderlo de “la crítica o más bien de la maledicencia”.

Para estos tiempos de mediocridad

Frente a la ola de euroescepticismo y de inquietantes movimientos xenófobos o nacionalistas que acosan al proyecto europeo, no está de más respirar las ideas de quienes sabían expresarse a favor de una Europa federal y un espíritu de libertad, humilde y herido, pero fiel a la defensa de lo mejor del espíritu europeo.

Los problemas que se debatían entonces, en su esencia siguen siendo los nuestros y el compromiso y la acción que se reclamaban entonces deben más que nunca seguirse reclamando.

 

A continuación ofrezco algunas citas (la traducción del francés es mía).

 

Julien Benda

Julien Benda

Julien Benda

Hoy, cuando la idea de nación parece haber terminado su carrera, haberse convertido en nefasta para los Europeos, la idea de Europa aparece…

Pero Europa, por su carácter abstracto, excitará mucho menos la sensualidad que esos objetos concretos que se llaman naciones…

La verdad –hay que proclamarlo- es que las naciones, para hacer Europa en serio, tendrán que abandonar no todo ciertamente, pero sí algo de su particularidad

Robert Aron

La alternativa no es entre una Europa unida y la diversidad de naciones. Es entre dos concepciones, una la del totalitarismo, que impide la conciliación, y la otra la del federalismo, que permite conciliar la existencia de Europa en tanto que comunidad de cultura, y puede que de intereses, con la diversidad de las naciones en lengua, espíritu y genio

Karl Jaspers

Karl Jaspers

Karl Jaspers

Es peligroso pretender formarse una concepción de Europa aislada, separada; cuando las grandes realidades de esta hora nos empujan, es dentro de ellas donde habremos de encontrar nuestro sitio…

La libertad es la victoria sobre lo arbitrario. Porque la libertad coincide con la necesidad de la verdad. Cuando soy libre, no quiero esto o aquello porque lo quiero, sino porque estoy persuadido de que es justo. Lo que exige la libertad, no es que actuemos arbitrariamente, o por obediencia ciega, o bajo alguna constricción exterior, sino a partir de aquello que hemos constatado, a partir de una certeza…

La libertad no se realiza si no es en la comunidad de todos. No puedo ser libre sino en la medida en que todos lo son…

hay ahí dos realidades europeas: la profundidad de la comunicación humana entre personas conscientes de su propio ser, y el trabajo consciente dirigido a realizar la libertad en la vida pública mediante instituciones que conformen la voluntad común…

La libertad exige la ciencia, la ciencia no sólo como libre dedicación ociosa, no sólo como técnica subordinada a objetivos prácticos, no sólo como juego del pensamiento lógico, sino como voluntad absoluta, universal, de conocer lo cognoscible. La pasión por la ciencia es algo propio de Europa, tanto como las enormes conquistas de las ciencias en la investigación moderna…

Una segunda transformación espiritual es indispensable para establecer un orden mundial: hay que quitar a la historia de los Estados su fuerza mágica. El cuadro histórico que subyuga al espíritu mediante la grandeza de los Estados, con la violencia de los acontecimientos e incluso de las catástrofes, mediante el carácter sensacional de las hazañas inauditas, el mito de los generales y de los hombres de Estado o la gloria transmitida a través de siglos y milenios, ese retablo ha de palidecer. El brillo de la historia ha de someterse en adelante a los impulsos de la conciencia humana

Jean Wahl

Para crear Europa hay que crear el mundo y constatamos hoy que todas las cuestiones europeas son esencialmente mundiales. Será el mundo quien haga al mundo. Esperemos que mantenga la cultura europea

 

Maurice Merleau-Ponty. Foto Marcel Amson.

Maurice Merleau-Ponty. Foto Marcel Amson.

Maurice Merleau-Ponty

Me pregunto si no habrá una unidad de Europa de otro tipo, una forma de Europa en acción y no en representación…

una relación entre el hombre y la naturaleza que, para empezar, no sea de confusión, una distinción entre el yo y el mundo; correlativamente la idea de la objetividad o de la verdad…

una cierta idea de la verdad que estaría en el origen de lo que llamamos ciencia occidental y, en continuidad con ella (pues esa ciencia ha llevado a la técnica), las formas del trabajo europeo…

un Estado considerado como el medio humano propiamente dicho en el cual se pueda realizar la libertad del hombre

Jean-Rudolf von Salis

La clase obrera ha hecho su entrada en la vida política de Europa. La evolución de la economía europea, separándose irremediablemente de la ortodoxia liberal, debe hoy tener en cuenta que sus posibilidades de expansión y, por tanto, sus oportunidades de beneficio son limitadas y se van a reducir. Ya no puede luchar en pie de igualdad con las potencias extra-europeas que le disputan sus mercados. So pena de hundirse en crisis sin salida y en guerras sin esperanza, la economía de los diferentes Estados europeos no puede seguir asegurando a las masas su subsistencia si no instituye un control de la producción y de los intercambios

Jean Guéhenno. Foto Maikan wordpress.com.

Jean Guéhenno. Foto Maikan wordpress.com.

Jean Guéhenno

Nada sería tan peligroso, en mi opinión, como pretender que la federación europea se haga para oponerla a otros bloques, tanto occidentales como orientales…

El europeo quiere hacerse juez y recreador del mundo, constructor de la verdad. Es el pensamiento europeo. Este es, este ha sido, y no ha cesado de estar en gran contradicción con la política de Europa. Y bien, creo, para mí, que la salud de Europa pasa por acordar su política con sus pensamientos…

El comienzo de la libertad es la alegría del trabajo, pues al fin y al cabo el trabajo colma la mayor parte de la vida de la mayor parte de los hombres, y crear esta alegría del trabajo, esta alegría de la participación, es el deber más urgente

André Rousseaux

Me opongo totalmente a ver la obra de Carlomagno como un ejemplo saludable. En mi opinión se trata de un ejemplo típico de unificación y no de unidad. La unidad, por el contrario, se compone del consentimiento de las diversidades que se entregan a ella, y es este consentimiento el creador de Europa, porque es el único que posee, como acabo de decir, un poder creador

 

Denis de Rougemont. Blog de Gilbert Salem

Denis de Rougemont. Blog de Gilbert Salem

Denis de Rougemont

El nacionalismo se propaga como la rabia, esa enfermedad romántica de Europa. Sólo él, bajo no sé qué pretextos disfrazados del nombre de tradición, en realidad pueblerinos e inocentemente maquiavélicos, mantiene entre nosotros la desconfianza, los odios seculares, las absurdas vanidades locales, manteniendo todavía las barreras de los visados, las exorbitantes tarifas aduaneras, las censuras más o menos reconocidas y los ruinosos presupuestos de la defensa nacional…

Es un estado de complejidad, de imbricaciones y de contradicciones, lo que define el equilibrio humano que llamamos Europa…

una medida del hombre, un principio de crítica permanente, un cierto equilibrio humano que resulta de incontables tensiones…

No es en nombre de no sé qué  nacionalismo europeo por lo que hay que defender Europa, sino en nombre de la humanidad más consciente y más creadora del hombre…

El tesoro de Europa es su idea del hombre. Pero es un  tesoro explosivo, de ahí la necesidad de una encendida vigilancia en torno a esta noción central de la persona, pues sus desviaciones perpetuas, hacia el individuo sin deberes o hacia el militante sin derechos, son las verdaderas causas de nuestros males sociales. Y nuestra segunda tarea es la de inventar unas estructuras políticas de tipo federalista, las únicas que crean la paz y las solas capaces de salvaguardar la libertad en el orden…

No pedimos la instauración de una Federación europea para crear un tercer bloque, un bloque-tapón, o un bloque opuesto a los otros dos. No resolvería nada, sino, al contrario, exaltaría el nacionalismo a escala continental. Lo que tenemos que pedir, y obtener, todos nosotros, es la supresión a todos sus niveles de las fronteras y los visados, renunciando al dogma de la soberanía absoluta, creando así una actitud nueva, una confianza – abriendo al mismo tiempo Europa al mundo. Lo que tenemos que pedir y obtener –en primer lugar de nosotros mismos- es que el genio de Europa descubra, y propague, las antitoxinas para los virus que infectan el mundo entero

 

Mme. Renée Schidlof

Creo que este futuro inmediato depende no sólo de nosotros, adultos, sino también de la juventud, de los menores de veinte años, de los que tienen ahora entre quince y veinte años, y me planteo la cuestión: ¿incluso si nosotros estuviésemos de acuerdo sobre el futuro de Europa, qué podríamos hacer para que esta juventud de hoy se sume a nuestra perspectiva?

 

Stephen Spender. Wikipedia.

Stephen Spender. Wikipedia.

Stephen Spender

Creo que no podremos recrear Europa si no es en nombre de la humanidad entera. Para ello necesitamos todas nuestras cualidades humanas inseparables las unas de las otras. El objetivo de Europa ha de ser la creación de una comunidad de seres humanos que han encontrado y modelan su futuro por la fe en la libertad y por una visión clara de la naturaleza humana en su integridad

 

Jean Starobinski Blog de Salvatore Lo Leggio

Jean Starobinski Blog de Salvatore Lo Leggio

Jean Starobinski

El espíritu europeo será lo que haga de él el hombre europeo. No es algo que nos pertenece de forma inmutable; no es un producto que hemos adquirido con garantía par mil o dos mil años. Somos responsables de su futuro; y somos responsables también de su pasado: si no sabemos solucionar los problemas capitales de nuestro tiempo, todo lo que el espíritu europeo fuese en el pasado está en peligro de haber sido en vano

Georges Bernanos.

Georges Bernanos.

Georges Bernanos

No hay lugar para Europa en un mundo sin libertad. Me dicen que el hombre no es libre. ¿Pero alguien me lo prueba? Y si me piden que pruebe lo contrario, responderé a mi vez: ya que todo esto debe resolverse, a fin de cuentas, por una apuesta, ¡pues bien! yo apuesto por el hombre. Europa siempre apostó por el hombre. La prueba de que ha puesto todas sus bazas en esa apuesta es que (Europa) se desploma cuando lo hace su libertad…

Al mundo sólo lo salvarán los hombres libres. Hablando así, me mantengo fiel a la tradición de Europa… Hay que hacer un mundo para hombres libres

Nota importante

Buscando información gráfica sobre los participantes, he conseguido encontrar la edición digital completa del libro,  por si alguien quiere consultarlo en detalle: http://www.rencontres-int-geneve.ch/volumes_pdf/rig01.pdf

No tiene desperdicio.

 


Breverías erasmianas (XV): “Stultus, qui patre caeso liberis pepercit”

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Colegiata de  Lobbes.  Bélgica. Tumba de abad. Detalle. Foto R.Puig

Colegiata de Lobbes. Bélgica. Tumba de abad. s.XVI. Detalle. Foto R.Puig

La evolución de la humanidad está sembrada de violencias y de guerras que gozan de  mayor visibilidad que el mar de benevolencia y bondad anónimas, definitivamente menos llamativo que la barbarie. A esa mayoría que pasa desapercibida, que vive sin estrépitos ni ha usado jamás un arma, que por millones es empujada a campos de refugiados o al exilio por las minorías del poder y de la guerra,  se refería Erasmo de Rotterdam cuando, en algunas de las páginas más bellas de la literatura humanista, diferenciaba al hombre de las bestias salvajes:

La naturaleza ha querido que el hombre reciba el don de la vida no tanto para sí mismo como para orientarlo hacia el amor, para que entienda bien que está destinado a la gratitud y a la amistad. Es así que no le dio un aspecto feo u horrible como a otros sino dulce, pacífico, marcado con el sello del amor y la ternura. Le dio una mirada afectuosa que refleja los movimientos del alma. Le dio unos brazos capaces de abrazar. Le dio el sentido del beso para que las almas puedan unirse al mismo tiempo que se unen los cuerpos. Sólo a él le acordó la risa, signo de alegría. Sólo a él las lágrimas, símbolo de clemencia y misericordia. ¿No le dio acaso una voz que no amenaza ni es temible sino que, a diferencia de las fieras, es amistosa y agradable? No contenta aún con estos dones, la naturaleza reservó al hombre el uso de la palabra y de la razón, atributos que contribuyen sobre todo al establecimiento y al fomento de la benevolencia, de modo que nada entre los hombres se resuelva por la fuerza. Le inculcó el odio a la soledad, el gusto por la compañía. Plantó en lo más profundo de su ser los gérmenes de la bondad.

Erasmo de Rotterdam en Dulce Bellum inexpertis (“La guerra atrae a quienes no la han vivido”). Cfr: Adagios del poder y de la Guerra y Teoría del adagio, Traducción y edición de Ramón Puig de la Bellacasa, Madrid, Alianza Editorial, Libro de bolsillo, 2008, pp.202-203

Por desgracia, si tratamos de valorar los progresos de esas notas del ser que diferencian lo humano de lo animal, de evaluar en nuestro mundo los signos de una evolución a mejor, el peso secular de la bestialidad humana se interpone y nos abruma. No sé si, con la ayuda de los historiadores, los sociólogos han tratado de medirla. ¿Qué períodos de la historia tienen el record cuantitativo en términos absolutos y en términos relativos? ¿Qué parámetros podrían evaluar cuantitativa y, sobre todo, cualitativamente las cimas de la crueldad y la violencia? ¿Marcan las matanzas y exterminios sistemáticos del siglo XX el máximo imaginable de la atrocidad?  La historia de la humanidad da materia para compilar voluminosas antologías de la barbarie, pero frente a la secular competición de las violencias ¿quién osaría formular un palmarés definitivo?

Las crónicas de la actualidad muestran sin descanso a quienes tratan de poner el listón de la violencia cada vez más alto. Esta especie de concurso universal de la insania me ha recordado otro adagio, glosado también por Erasmo, en este caso de forma escueta.  Es un proverbio que formula una de las más cínicas y concisas justificaciones de esa violencia organizada que tanto combatió el humanista de Rotterdam. Lo cita en una de sus más severas críticas del poder y de sus abusos, en el largo comentario al adagio “Scarabeus aquilam quaerit” (El escarabajo acecha al águila) que traduje y publiqué hace ya años.

Lo que tiene de particular el proverbio que traigo a colación es que acuña, teoriza,  justifica y proclama el ejercicio de la atrocidad llevado a su peor extremo. Los autores de las masacres de nuestro tiempo no habrán oído hablar de este adagio, pero no por ello dejan de ponerlo en práctica.

 

Estúpido quien mata al padre y perdona a los hijos

Adagio I, X,  53

Erasmo extrajo este proverbio de la antigua compilación medieval de Suidas. En este caso procede de Aristóteles y de un poema homérico.  Reproduce su formulación al iniciar su comentario, en este caso puramente filológico, como para recordarnos que a buen entendedor pocas palabras bastan: Stultus, qui patre caeso liberis pepercit.

Y sigue con  la glosa de Suidas 325 :

Quien te aconseja que mates a los hijos de los padres que has matado, tiene el apoyo del viejo dicho: está loco quien mata al padre y deja tras sí a los hijos

Loco es aquel que tras asesinar al padre deja con vida a los hijos

Tras citar la misma expresión en Herodoto, continúa Erasmo refiriendo lo que cuenta el historiador Polibio de Filipo V de Macedonia, a quien atribuye la masacre de los habitantes de Maronea en 184 a.C(de no confundir con Filipo II, el padre de Alejandro Magno):

Se dice que Filipo de Macedonia usó este adagio cuando asesinó a los hijos de unos padres a los que había matado, razonando que lo que se debe hacer es o abstenerse de matar a los padres o, en caso contrario, eliminar también a los hijos, pues más tarde podrían vengar la muerte del padre.

También es de recordar la justificación de los soldados que asesinaron al emperador Maximino y su hijo diciendo que de una camada inútil no hay que dejar ningún cachorro

(Erasmo había leído esta última mención en la Historia Romana de Herodiano publicada por Aldo Manuzio en 1503).

Tras citar un verso de la Odisea en el mismo sentido, el comentario erasmiano concluye reflejando la lógica inexorable de la violencia en una síntesis que podría ponerse en boca de un boss mafioso:

Este adagio sirve para advertir de que no conviene provocar a los hombres, pues en caso contrario habrá que acabar con ellos,  no sea que los supervivientes nos atormenten en el futuro

(non esse provocandos homines aut ita conficiendos, ne in posterum reliquiae nos exerceant)

(NB: Versión latina de los Adagios aquí utilizada: Les Adages d’Érasme, Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp. 801-802)

Reflexión final

No recuerdo que Maquiavelo, tan injustamente denostado (sobre todo por quienes no lo han leído) y a quien se atribuyen frases que nunca escribió, refiriese la auto-justificación de Filipo de Macedonia, a pesar de que al florentino no le faltaron ejemplos de gobernantes más temidos que amados, para retratar los aspectos más crueles y amorales del poder de El Príncipe. De hecho, aunque aceptaba la conveniencia de que un gobernante pudiese hacerse respetar por temor, no veía la ventaja, muy al contrario, de que se hiciera acreedor al odio de los gobernados.

Esa obra, no impresa hasta 1532, la leyeron algunos políticos de su tiempo en copias del manuscrito de 1513. Pero no se tiene constancia de que Erasmo la haya conocido. Dicen que Thomas Cromwell tuvo acceso a una copia y se guió por esa obra para intentar sacar a Inglaterra de su edad más oscura, lo que su patrón agradeció cortándole el cuello.

Pues bien, del mismo modo que los del cruel rey macedonio o los Tudor, en nuestra época no escasean ejemplos de ejecutores y masacradores que se emplean a fondo en sembrar el odio. Seguramente no han oído hablar de este proverbio, pero lo practican con saña. Para prevenir la futura vindicación de las víctimas, aniquilan a sus hijos de alguno de los modos que imaginarse puede:

  • La más literal de matar a los padres y después a sus hijos,
  • la de matar a padres e hijos al mismo tiempo,
  • la de matar a los padres, robarles a los hijos y borrar la identidad de estos,
  • la de matar a los hijos, incluso antes de haber podido matar a los padres,
  • la de matar a los hijos, sin ni si quiera estar en guerra con los padres,
  • etcétera.

Uso el término hijos en sentido neutro, pues conviene subrayar que, a pesar del contexto guerrero del adagio, en la formulación original griega del proverbio o en la latina de pignora (aunque no el sustantivo liberi, liberorum, que es en principio de género masculino) predomina el significado de hijos como hijos e hijas. A pesar de que pienso que en la mente del rey macedonio el destino de las mujeres no era la eliminación física, como con los varones, sino, algo aún más atroz, una suerte de muerte en vida, de las misma manera como, pasados más de dos mil años, se las sigue destruyendo hoy.

Al autor del Elogio de la locura, si después de casi cinco siglos se alzase de su tumba, le habría resultado familiar lo que hace seis días denunciaban portavoces de la ONU:

De forma sistemática toman como objetivo a hombres, mujeres y niños, según su afiliación étnica, religiosa o confesional, y están llevando a cabo sin compasión una amplia limpieza étnica y religiosa en las áreas bajo su control

asesinan a los hombres y se llevan a las mujeres y los niños como esclavos, bien para entregárselos a los combatientes o con la amenaza de venderlos

……………

En los años que sucedieron a la caída del muro de Berlín hubo quienes tuvieron la osadía de proclamar el “fin de la Historia”. Seguramente esa afirmación aumentó la venta de sus libros, pero la tozuda realidad es que no hay más remedio que seguir remando inmersos hasta el cuello en la monótona continuación de la Historia.  Más bien tenemos que frotarnos los ojos frente a las imágenes de la actualidad, pues pareciera que seguimos atrapados en ciclos de eterno retorno.

Algo así debía de sentir Erasmo poco antes de morir, cuando consideró más fructífero dedicar su última obra, sus meditaciones Sobre la pureza de la Iglesia Cristiana, a un modesto aduanero renano que le había hospedado en uno de sus viajes y no a alguno de aquellos reyes, papas y gobernantes a quienes durante muchos años intentó convencer de que cambiar la Historia estaba en sus manos. Ese gesto final del humanista fue algo así como tirar la toalla.

François Dubois. La matanza de día de San Bartolomé. s. XVI. Museo Cantonal de Lausanne. Wikipedia

François Dubois. La matanza de día de San Bartolomé. s. XVI. Museo Cantonal de Lausanne. Wikipedia


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